Un Bond más oscuro y vengativo
por Israel ParedesSegunda y última entrega protagonizada por Timothy Dalton y también última dirigida por John Glen (quien dirigió cinco, siendo el director que más películas de 007 haya realizado), '007: Licencia para matar' no tiene nada que ver con la anterior interpretada por Dalton, '007: Alta tensión' aunque evidencia, como ella, un cambio en el personaje. Los productores entendieron ya en la anterior que Bond debía dirigirse por nuevos derroteros y en '007: Licencia para matar' se adentran en un 007 mucho más cercano al personaje de las primeras novelas de Fleming, esto es, a un agente secreto más ambiguo (anticipo claro del Bond de Daniel Craig), movido por la venganza y francamente oscuro. No gustó, evidentemente, tras un Roger Moore dócil y divertido. El Bond de '007: Licencia para matar' parece una consecuencia del anterior en '007: Alta tensión': aquí el humanismo viene dado por un romance que no acaba desarrollándose mientras que en '007: Licencia para matar', la situación de Bond (expulsado de la agencia y en busca de venganza) ocasiona que se transforme en un hombre más violento (sí, más aún) y sin reparar en nada para vengar a su compañero muerto. La oscuridad del personaje lo hace incómodo, la empatización es más complicada. Tampoco ayuda a que la acción, algo más dosificada que en futuras entregas, es más cruda, más violenta y carnal, a veces excesiva. Glen se despidió de la serie tras dejar su impronta en todas y cada una de las películas (con mayor o menor fortuna dependiendo de cada una), pero sin duda, en esta última, quiso entregar una película diferente a todas las anteriores y mostrar que Bond podía tomar otros caminos. Los cuales tomará años después, aunque para ello primera tuviera que pasar por los horribles años de Brosnan en el papel.
A favor: La oscuridad y ambigüedad del personaje, muy diferente a otras películas de Bond.
En contra: Cierta sensación, común en la serie, de superficialidad en la narración.