El héroe sin trascendencia
por Virginia MontesLas películas de superhéroes estaban pidiendo a gritos deshacerse de la capa de trascendencia que últimamente las había recubierto para ofrecer una mirada más fresca e irónica. El mismo año que Christopher Nolan sentaba cátedra con su estilo pretencioso en la nueva saga de Batman, el actor y director John Favreau, llevaba a la pantalla las aventuras de este personaje del universo Marvel. Y lo hacía partiendo de un hallazgo de casting, situando al frente del personaje a un recuperado para la ocasión Robert Downey Jr. quien resurgía de sus cenizas para dotar al personaje de socarronería y de un punto sinvergüenza muy cool.
'Iron Man', al igual que la anterior película de Favreu ('Zathrua. Una aventura espacial'), se beneficiaba de un look retro futurista muy ochentero y de unas dosis de cinismo desprejuiciado muy gratificantes. La película alcanza sus mejores niveles cuando se introduce en la vida de Tony Stark, el alter ego de Iron Man, en sus problemas cotidianos y en su talante mujeriego y alcohólico. Gracias a esas pinceladas, la película consigue tener unas pequeñas dosis políticamente incorrectas que son de agradecer en el cine de superhéroes actual, tan empeñado en discernir entre la línea que separa el bien del mal. Es simpática, tiene ritmo, un protagonista carismático y unos secundarios de lujo. No es Shakespeare, pero ¿es que las películas de superhéroes tienen que serlo?
A favor: Robert Downey Jr. es la clave de todo.
En contra: Cuando el personaje de Iron Man viaja al desierto y el elemento de la realidad bélica del momento se introduce en la narración.