Críticas
3,0
Entretenida
Harry Potter y el Cáliz de Fuego

Entre la adolescencia y la oscuridad

por Virginia Montes

Después de una tercera parte espectacular firmada por el director mexicano Alfonso Cuarón (Harry Potter y el prisionero de Azkabán), resultaba difícil que la cuarta entrega estuviera a la altura de las circunstancias. Las cosas no las tenía fáciles el británico Mike Newell a la hora de repetir el hito de su sucesora, pero sí acertó en continuar con el tono tenebroso que imprimió Cuarón y que progresivamente fue ensombreciendo a los personajes y los ambientes.

En esta ocasión, sí nos encontramos ante un notable crecimiento de Harry y sus compañeros. Se encuentran en esa edad crítica en la que están a un paso de alcanzar la madurez. La adolescencia entra en su máximo esplendor, y con ella las dudas, las inseguridades y los traumas que ella acarrea, un caldo de cultivo para que puedan colarse por las rendijas de la inmadurez los resquicios del mal. Comienzan los primeros amagos de enamoramiento, los bailes de fin de curso, los tonteos involuntarios. Y, mientras, la oscuridad acecha a la vuelta de la esquina. Fantasía oscura, aventura iniciática, elementos góticos, barroquismo visual. Así es esta cuarta parte de Harry Potter, con sus virtudes y sus defectos, con su elenco de actores británicos impresionante y sus siempre alargadísimos metrajes que terminan extenuando al espectador.

A favor: Los coqueteos teenager. La oscuridad de la trama.

En contra: El metraje demasiado largo.