Críticas
3,0
Entretenida
Donde viven los monstruos

El pequeño salvaje

por Paula Arantzazu Ruiz

La infancia es una isla. Silvestre, ancha y sin límites. Salvaje. Así lo propuso Maurice Sendak en su famoso libro ‘Donde viven los monstruos', cuento que marcó a toda una generación nacida en los años 60 y crecida al abrigo de los monstruos peludos que lo pueblan. La idea de la infancia como un espacio insular, paradójicamente pleno de libertad emocional, no es novedoso: el mito del buen salvaje quedaba apuntalado por el filósofo Jean Jacques Rousseau, interpretación moral del humano previa a las teorías que señalaba Sendak sobre la infancia. El cuentito fue llevado a la pantalla por Spike Jonze y cabe decir que no le ha faltado astucia, pues el relato apenas cuenta con 48 páginas, en las cuáles hay un buen número de ilustraciones. El cineasta filma al niño protagonista con luces naranjas de amanecer y atardecer, como monarca de un reino de desiertos, bosques y monstruos hijos de las criaturas de Jim Henson, y la idea de lo fantástico se diluye de manera magnífica en esa imagen de cotidianeidad. Por el contrario, Jonze también se excede con las escenas del chaval corriendo, como si lo único posible cuando se es pequeño fuera el barrido. O como si tuviera que dilatar una historia de por sí breve. La película es bonita y emocionante, pero quizá su carácter de película infantil para adultos le imprime una impostura extraña. Una distancia. A lo mejor es la edad.

A favor: El prólogo es excepcional y la secuencia de la despedida en la playa, muy emocionante.

En contra: En ocasiones Max, el protagonista, es algo repelente.