Críticas
1,5
Mala
Su distinguida señoría

Sobre corrupciones políticas al compás de Murphy

por Rodolfo Sánchez

Desde comienzos de los años noventa el trabajo actoral de Eddie Murphy fue una carrera de fondo para encontrar su sitio en la renovación de la comedia que comenzaba a efectuarse, con algunas aportaciones decentes pero sin llegar nunca a ocupar el espacio que disfrutó durante los ochenta.

Su distinguida señoría, de 1992, es un buen ejemplo de una propuesta puesta a su servicio al cien por cien, a sus chistes, a sus gestos, a su presencia. Para eso es la estrella y siempre ha pasado. Pero el problema reside en que Jonathan Lynn, a pesar de su cierta experiencia, no consigue dar a Su distinguida señoría una personalidad suficiente como película por encima del exhibicionismo de Murphy. Con todo, sí consigue, quizá de manera más casual que premeditada, arrojar una mirada sobre el funcionamiento de la política norteamericana que no tiene desperdicio y que acaba consiguiendo que la propuesta sea bastante interesante al respecto, aunque para ello se deba soportar el despliegue actoral de Murphy en busca de dar habida cuenta de que es un buen cómico.

A favor: La mirada hacia la política de Estados Unidos.

En contra: Que como no guste Murphy la película puede ser una pesadilla.