Los sueños de Kusturica
por Israel ParedesDurante la década de 1980 Emir Kusturica dejó claro que tras él había un cineasta original y único con un mundo personal tan complicado de acceder como imposible de no interesar. Papá está en viaje de negocios o El tiempo de los gitanos, supusieron ciertos éxitos de una cinematografía, la yugoslava, que vería en 1992 casi todo truncado con el comienzo de la guerra de Bosnia. Ese mismo año Kusturica rueda El sueño de Arizona en Estados Unidos pero con producción francesa, película extraña como todas las de su autor pero que ni está al nivel de las anteriores ni de las posteriores: Underground y La vida es un milagro, pero vuelve a demostrar la capacidad del cineasta para crear unos mundos oníricos llenos de referencia, aunando lo cómico y lo estrambótico de manera muy natural con el dramatismo. El sueño de Arizona gira alrededor de lo paternal, en la búsqueda del padre, lo cual no deja de resultar relevante dado el momento en que es roda, mientras la patria de Kusturica vive una guerra civil cruenta y de altos niveles de destrucción humana. Puede ser casualidad, pero hay algo en El sueño de Arizona que nos traslada hacia la reflexión alrededor de nuestros orígenes mediante una historia quizá excesivamente larga pero llena de hallazgos y momentos bellos. Una película que podría haber sido mucho mayor si no tuviera el aspecto de obra realizada con cierta urgencia, con cierta necesidad de hablar sobre algunos temas. Pero en cualquier caso, una obra importante.
A favor: La capacidad de Kusturica para alterar la realidad y que esta siga siendo la misma.
En contra: La duración.