Enfermiza densidad atmosférica
por Virginia MontesEl director David Fincher, después de firmar la irregular La habitación del pánico (2002), regresaba con fuerza al panorama cinematográfico tras cinco años con la que quizás haya su mejor película hasta el momento, un thriller policial que diseccionaba una realidad moral escalofriante y que se encontraba conformado por multitud de capas superpuestas que nos llevaban desde la búsqueda de un asesino en serie hasta un universo de culpa y obsesión cerrado e íntimo en el que se introduce un hombre acosado por sus propios fantasmas. Fincher construye una película tan enfermiza como su propio personaje, meticulosa hasta la extenuación, fascinante en cada uno de sus requiebros narrativos, en cada uno de sus pliegues que nos conducen por un agotador trayecto sumido en la oscuridad de una mente ofuscada.
El director utiliza una estética setentera e impregna de ese estilo visual una película que al mismo tiempo también intenta radiografiar la atmósfera de toda una época.
A favor: La meticulosidad de Fincher a la hora de rodar y su extremo puntillismo para analizar cada detalle atmosférico.
En contra: Que en ocasiones la película pueda ser demasiado rígida.