Canibalismo y nazis
por Paula Arantzazu RuizPor si no hubiéramos tenido suficiente con las sucesivas secuelas de ‘El silencio de los corderos', Thomas Harris, alentado por el productor de la franquicia cinematográfica, Dino de Laurentis, regresaba al personaje de Hannibal Lecter para contarnos los primeros años del caníbal asesino en serie. Su versión cinematográfica apenas se hizo esperar: estrenada casi inmediatamente después de la publicación del best-seller, la adaptación corrió a cargo de Peter Weber, en alza en el mercado tras ‘La joven de la perla' (2003). Lo cierto es que el resultado no podía ser más decepcionante. Para empezar, que toda el mal que caracteriza a Hannibal tenga su origen en una infancia víctima de las barbaridades nazis sitúa en el terreno del tópico al enigmático personaje, lo convierte en un protagonista unidimensional, movido sólo por la fuerza de la venganza y un trauma de raíz demasiada obvia. Con esa burda justificación, queda pues hacer del filme un rastro de vísceras y sangre, transformando la sólida y elegante propuesta que en su día filmó Jonathan Demme en un festival gore para (casi) todos los públicos.
A favor: Gaspard Ulliel, el actor que encarna al joven Hannibal, se esfuerza.
En contra: Que sea todo tan obvio.