Críticas
3,5
Buena
Hard Candy

No chatearás con menores

por Covadonga G. Lahera

Casi todos los que lo vieran en alguna ocasión recordarán el cartel de Hard Candy. Nuestros ojos se veían inmediatamente impelidos no solo por el rojo de la figura central, una intuida niña que nos volvía la espalda, sino por la curiosidad y perturbación inmediatas que nos sugería esta figura en el interior de un cebo gigante. Como todo póster promocional, su función era servir de señuelo y reclamo y, seguramente, su concisión conceptual y factura contribuyeran, sumando otros factores y coyunturas, al éxito que tuvo el debut en largo de David Slade en 2006.

Hard Candy, como en su cartel promocional, juega conscientemente con las expectativas del público desde el comienzo y lo hace con bastante habilidad. Lo que se presenta como un posible thriller de serial killer pedófilo deja de ser pronto lo que parece para dar paso a un thriller psicológico y claustrofóbico que acontece en un solo espacio y cuyos protagonistas, salvo una minúscula y externa visita, son dos, unos solventes Ellen Page y Patrick Wilson. Slade sabe jugar bien sus cartas poniendo en escena la tensión implícita (sexual y criminal) en un guión que dosifica y reparte con esmero la información: la conocida solo por Hayley, la conocida solo por Jeff y la que al público se nos va revelando a medida que los personajes van también completando el puzzle. Esta justiciera "caperucita" moderna logra incomodar a partir de este ejercicio de crueldad que quien visione recordará.

A favor: El tratamiento de un tema "incómodo" en boca de unos más que solventes intérpretes y el aprovechamiento de una puesta en escena con cierta economía minimalista.

En contra: Los momentos en los que su discurso parece subvencionado por alguna asociación antipedófilos.