El superhéroe huérfano
por Israel ParedesEn 1989 Tim Burton hizo suya la figura de Batman (Michael Keaton) con Batman, absorbiendo la idiosincrasia del comic pero llevándola a su terreno, capaz de crear un mundo tan propio como medianamente fiel al original de las viñetas. Era su época de mayor creatividad, el momento en que arrancaría con la década de 1990 con sus mejores títulos. Así, en 1992 regresaría al superhéroe con Batman vuelve mediante una propuesta mucho más personal que la primera –que, inevitablemente, estuvo mucho más marcada de manera comercial que su secuela- y que por tanto, y desde determinado punto de vista, se aleja del cine de superhéroes para trazar una película más puramente de género fantástico alrededor de la cual Burton despliega toda una visión acerca de la oscuridad del personaje –después retomada por Nolan- y de su ambigüedad. Batman vuelve nos muestra a un Batman que actúa de un modo tan desinteresado como personal. Pero lo que acaba dando a esta secuela de un mayor peso es la presencia del Pingüino (Danny de Vito) y el mundo que Burton genera a su alrededor, de aliento circense pero macabro, malsano y casi escatológico, pero para nada alejado del propio Batman. La presencia de Catwoman (Michelle Pfeiffer) introduce un elemento altamente sensual (y sexual) que contrasta con la sordidez del mundo de Gotham City, tanto del visible como del oculto y marginal representado por el Pingüino. De esta manera, Batman vuelve se abre a diferentes miradas sin perder de vista que estamos ante una película de entretenimiento, y este aparece aunque acaba siendo lo menos interesante de una película en la que la figura del padre y su ausencia introduce un comentario bastante desolador por parte de Burton, como también lo es su acercamiento a ciertas conductas sociales que, aunque bajo el aspecto del fantástico, nos hablan de nuestro mundo. Una película extraña e infravalorada, muy por encima de algunas películas de Burton más aplaudidas.
A favor: La sordidez que introduce Burton y su capacidad a la hora de acercarse a la marginalidad.
En contra: Que juega con muchos elementos y no siempre están cohesionados.