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Si bien la primera hora mantiene el ritmo, según avanza la película, la historia se ralentiza y se hace muy pesada. A los espectadores nos da igual quién sea el asesino y hasta por qué ha hecho lo que hecho, sobre todo porque cuando se nos descubre el pastel es de un simple que fastidia. Los actores (ellos) están estupendos, porque a la mujer de Brosnan no te la crees nunca, una pena, porque esta actriz es bastante buena, y la actriz Kim Catrall, más conocida como Samantha de Sexo en NY, de asistente personal da más risa que juego. Una lástima que la novela de Robert Harris se quede en tan poco y que no se reconozca al gran director que es Polanski más que en algunas tomas originales y perfectas.