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Tengo que reconocerlo. Había echado un vistazo a la película anterior y fui al cine con cierta curiosidad, pues desconocía la génesis de esta saga. Evidentemente, se trata de una película que deja sensaciones epidérmicas horas después, pero...¡qué sensaciones! Este cine puede que sepa a fórmula ya sabida y repela a críticos obsesionados por encontrar al nuevo Truffaut. Pero lo cierto es que no recordaba habérmelo pasado tan bien en una sala de cine desde los tiempos en los que vi En Busca del Arca Perdida.
Y eso que aquella era una película muchísimo mejor, a niveles estratosféricos. F&F 6 no va a pasar a la historia del cine, pero algo es evidente, aparte de su formidable taquilla: los guionistas y los directores han establecido una conexión, ruda y visceral, con el espectador, de forma que uno termina aceptando de buen grado a los buenos y rechazando a los malos. Pese que los buenos son una banda de macarras horneras, y los malos obedecen al estereotipo de siempre. Pese a los tópicos de la familia que en USA es sagrada, pese a que los personajes no tienen sombras y siempre están dispuestos a morir o besarse, y que hacen el papel de delincuentes apartados de la justicia, pero delincuentes blanditos al fin y al cabo.
Solamente por los buenos momentos de un disfrute sin mirar al reloj, como una montaña rusa de la que no recuerdas ni añoras nada pero que te lo pasas estupendamente bien mientras la subes y la bajas, la entrada merece la pena.
Y eso que aquella era una película muchísimo mejor, a niveles estratosféricos. F&F 6 no va a pasar a la historia del cine, pero algo es evidente, aparte de su formidable taquilla: los guionistas y los directores han establecido una conexión, ruda y visceral, con el espectador, de forma que uno termina aceptando de buen grado a los buenos y rechazando a los malos. Pese que los buenos son una banda de macarras horneras, y los malos obedecen al estereotipo de siempre. Pese a los tópicos de la familia que en USA es sagrada, pese a que los personajes no tienen sombras y siempre están dispuestos a morir o besarse, y que hacen el papel de delincuentes apartados de la justicia, pero delincuentes blanditos al fin y al cabo.
Solamente por los buenos momentos de un disfrute sin mirar al reloj, como una montaña rusa de la que no recuerdas ni añoras nada pero que te lo pasas estupendamente bien mientras la subes y la bajas, la entrada merece la pena.