"Nosferatu, Vampiro De La Noche" es una interesante y destacable reversión del clásico expresionista de F.W. Murnau, dirigido por Werner Herzog. El agente inmobiliario Jonathan Harker es comisionado por su superior Renfield para viajar de Wismar, Alemania, a Transilvania, Rumania, por solicitud del Conde Drácula, quien desea comprar una propiedad en Occidente. Tras el éxito de su tragicomedia "Stroszek" (1977) donde un antiguo reo alemán de origen húngaro viaja a Estados Unidos para terminar devorado por el sueño americano, el director germano Werner Herzog se concentró en concretar uno de sus mayores anhelos cinematográficos, una reversión de la obra maestra silente expresionista de F.W. Murnau, "Nosferatu, Eine Symphonie Des Grauens" (1922). Si bien la filmografía de Werner Herzog, incluso teniendo en cuenta sus trabajos recientes, demuestra que el director nunca ha estado interesado en incursionar en los géneros de terror y horror, su profundo interés en reversionar el clásico vampírico de Murnau se sustenta en la profunda admiración que tanto el cineasta como el film habían despertado en el vanguardista director de "Auch Zwerge Haben Klein Angefangen" (1970), que Herzog llegaría a sindicar como el mejor film alemán de un director alemán en toda la historia del cine. Claramente, esta distinción por parte de Herzog, uno de los cuatro pilares del nuevo cine alemán junto a Rainer Werner Fassbinder, Volker Schlöndorff y Wim Wenders, no proviene de su inclinación o gusto, insisto, por el cine de terror y horror, de los cuales la obra maestra de Murnau es el máximo ejemplo al menos del cine silente, sino de su reflexivo tratamiento de cuestiones existencialistas y fatalistas en el cine germano.
Este punto resulta esencialmente importante de tener en cuenta para quienes acusan la falta de elementos de terror y horror explícitos en "Nosferatu, Phantom Der Nacht" (1979), dado que la versión de Herzog no es un remake en espíritu y materia de "Nosferatu, Eine Symphonie Des Grauens" (1922) de Murnau, especialmente considerando que el clásico expresionista sí tiene muchos elementos esotéricos y oscuros que sí la convirtieron en una experiencia espeluznante, al margen de su discurso narrativo reflexivo, existencialista y fatalista, por cierto. Es esta última dimensión la que Herzog utiliza como punta de lanza para atreverse a realizar su propia versión y asumir los riesgos que conlleva "meterse" o intentar hacerlo con un clásico absoluto del cine de todos los tiempos, como lo es el film de Murnau. Como veré más adelante, la película de Herzog se mueve hacia otros derroteros y busca analizar y reflexionar sobre cuestiones totalmente pesimistas y fatalistas asociadas a la existencia humana, sin renunciar a lo gótico, pero sí despegándose bastante de la esencial horrorífica de la joya de 1922. Por lo demás, aunque ajeno al horror explícito, Herzog rueda su película, a fines de los 70, en un momento en que el cine de temática vampírica de horror ya mostraba desgaste después de haber revolucionado el cine fantástico a fines de los 50 y principios de los 60, especialmente con los llamados filmes de terror gótico británico e italiano de maestros como Terence Fisher y Mario Bava, respectivamente.
Por tanto, el leitmotiv busca adentrarse en las profundas aguas del fatalismo existencialista del vampiro. En primer lugar, como es posible advertir en la filmografía de Herzog donde nos encontramos con dos clases de protagonistas, el megalómano rebelde como "Aguirre, Der Zorn Gottes" (1972) y el sujeto peculiar como en "Jeder Für Sich Und Gott Gegen Alle"(1974), en "Nosferatu, Phantom Der Nacht" (1979) el vampiro pertenece al segundo grupo, un personaje extraño que se cuestiona y sufre la soledad de la condena a la inmortalidad, deambulando entre su necesidad de vivir en las sombras y, al mismo tiempo, la añoranza de tener un poco de eso que los humanos llaman amor. En segundo lugar, para el Conde Drácula de Herzog, el tiempo es un interminable y profundo abismo de siglos que van y vienen, donde la imposibilidad de envejecer y morir se convierte en algo peor que la propia muerte, un viaje agotador y torturador paralelamente. Sin duda, trágico y conmovedor a partes iguales, como el propio señor de los vampiros lo dice en una de sus líneas a Harker: "La muerte no es lo peor, hay cosas más terribles que la muerte. ¿Se imagina usted vivir durante siglos? ¿Experimentar todos los días las mismas cosas banales?". Por tanto, estamos ante una desgraciada criatura por la cual podemos llegar a sentir incluso empatía.
Ya mencioné la profunda admiración y fascinación de Herzog por la seminal obra maestra de Murnau, por tanto, resulta importante no olvidar que su "Nosferatu, Phantom Der Nacht" (1979) es también un sentido homenaje a dicho clásico expresionista. Hay varios aspectos en el film, algunos evidentes y otros tácitos, que dan cuenta de este trato de consideración y respeto hacia la madre de todas las películas de vampiros. Por ejemplo, cuando Herzog rodó el film, habían pasado más de 55 años del estreno de "Nosferatu, Eine Symphonie Des Grauens" (1922) y poco más de 40 años desde la muerte de Florence Balcombe, viuda de Bram Stoker, que como sabemos, demandó a Albin Grau, productor de la película de Murnau, y a su productora Prana por rodar la cinta sin comprar los derechos en 1923. También sabemos que la viuda del irlandés ganó el juicio que ordenó la destruir de todas las copias de esta maravillosa obra cinematográfica y que si no hubiese sido por héroes anónimos que obtuvieron alguna copia y la escondieron, no tendríamos la posibilidad de admirarla. En este contexto, ya a fines de los 70, lejos de la mano inquisidora de los descendientes de Stoker y el vencimiento de los derechos, Herzog se da maña de pregonar a los cuatro vientos la absoluta libertad del vampiro alemán para surcar los cielos nocturnos del cine.
Lo hará manteniendo la estética gótica y fatalista del clásico expresionista, como veremos en varias recreaciones de secuencias ya legendarias del cine de terror como, por ejemplo, la mayor parte de las escenas que van del primer encuentro entre Harker y Drácula hasta el descubrimiento del primer de que su cliente es un monstruo y que le ha transferido la plaga en la metáfora de la mordida y la consecuente degradación física y emocional del agente mobiliario: el saludo al llegar al castillo, la cena, la excitación del vampiro tras Harker cortarse el dedo, el deseo que despierta en el vampiro la fotografía de Lucy en el camafeo de Harker, el primer y los subsecuentes ataques del vampiro, la firma del contrato, el encierro en el castillo y descubrimiento de la cripta donde yace el vampiro. Todas estas secuencias son recreadas por Herzog sin caer en la auto contemplación o la copia literal y se suman otras donde la fotografía de Jörg Schmidt-Reitwein, asiduo colaborador del director, le otorga a lo gótico y decadente un toque muy documentalista, como las escenas de Harker llegando a la posada rumana cercana a Transilvania y el mismo trayecto que inicia por su cuenta ante la negativa del cochero de llevarlo al castillo del Conde, Lucy en la playa de cruces, la llegada del barco abandonado a Wismar y la marcha fúnebre de los muertos por la plaga desatada, entre tantas magníficas postales. No se puede dejar de mencionar las escenas con las sombras del vampiro que se desprenden de su cuerpo y la fantasmal aparición del niño violinista que refuerzan la idea que los gitanos sugieren a Harker sobre que el castillo es un mundo onírico y pesadillesco, que está en ruinas en realidad.
Como se puede observar, este homenaje Herzog también introduce los verdaderos nombres de los personajes de la novela de Stoker, aunque con algunos cambios, en una forma de simbolizar la liberación de la imposibilidad que les impidió en 1922 a Albin Grau, F.W. Murnau Henrik Galeen, productor, director y guionista del clásico de los 20, utilizar los nombres de dichos personajes. Así el Conde Orlok, Knock, Thomas y Ellen Hutter y el Dr. Bulwer finalmente pueden llamarse Drácula, Renfield, Jonathan y Lucy Harker, siendo esta última cambiada por Mina, y Dr. Van Helsing, respectivamente. Por el contrario, los amigos de los Hutter, Friedrich Harding y su hermana Annie que cuidan de Ellen en la película de Murnau, aquí son reemplazados por Mina y su esposo, a quienes se les llama así sin más. Lo que nos lleva al reparto, especialmente al trío protagónico constituido por Klaus Kinski, Bruno Ganz e Isabelle Adjani como el Conde Drácula, Jonathan Harker y su esposa Lucy, respectivamente. Más allá de que Kinski ya estaba consagrado y Adjani y Ganz estaban en búsqueda de ello, cabe señalar que cada uno interpretó de manera destacable a su personaje, otorgándole una particular personalidad y proyectando un rol particular y diferente a la novela de Stoker y a la misma película de Murnau.
A diferencia de Max Schreck, Klaus Kinski no es un vampiro que cause terror meramente por su presencia, apariencia y omnipresencia, sino una sensación de fatalismo existencial, del cual ya he hablado, lo convierte en una alimaña desalmada y vacía autoconsciente, de ahí que se acerque más a una suerte de terror existencialista, con todo que provoque cierta empatía con el espectador. Kinski, quien trabajaría en 5 legendarios filmes de Herzog y con quien sostendría una de las relaciones más tóxicas de amor y odio del cine, se mostró bastante menos colérico y más colaborativo con el director que de costumbre. De hecho, a pesar de que debía soportar sesiones de maquillaje de casi cuatro horas diarias, se mostró muy amable y paciente con la maquilladora japonesa Reiko Kruk, quien debía fabricarle orejeras de látex todos los días ya que se rompían fácilmente. Posteriormente, reconocería que detestaba interpretar maquillajes complejos, pero que entendía que el papel de Drácula lo demandaba, reconociendo además que su apariencia vampírica llegó a perturbarlo incluso. La verdad es que Kinski regaló una interesante interpretación, colmada de nostalgia, depresión y vacío espiritual. Hay varias escenas en las que es posible advertir su vulnerabilidad, latente pero oculta de su propia monstruosidad, como la mencionada secuencia en que confiesa a Harker sentirse apesadumbrado por el paso lento del tiempo (aludiendo a su inmortalidad), la escena en la que Lucy lo rechaza directamente cuando el vampiro le pide que deje de amar a Harker y le entregue algo de ese amor y el mismísimo epílogo cuando ella lo engaña, entregándole su cuello haciéndole olvidar la proximidad del amanecer.
Ya resaltaba el respeto por el carácter gótico y decadente de "Nosferatu, Phantom Der Nacht" (1979), además de sus aires de documental en términos fotográficos, pero bien vale destacar que todo esto Herzog lo logra a partir de sus acostumbrados y austeros diseños de producción. Inicialmente, el futuro director de "Cobra Verde" (1987) intentó filmar en Bremen como alguna vez lo hizo Murnau, pero por cuestiones económicas, con su reducido elenco y equipo técnico, movió la filmación a la localidad holandesa de Delft, ubicada entre Róterdam y La Haya. En dicha localidad rodó la mayor parte de la película, pero cuando quiso rodar las secuencias de las ratas, se encontró con la negativa del municipio de Delft de permitir que liberara a los 11 mil roedores que participarían en la película. Buscando una pronta solución, debió mover a los roedores a Schiedam, entre Róterdam y Vlaardingen, donde sí pudo filmar dichas escenas, a pesar de que los roedores se habían multiplicado a más de 30 mil individuos. De hecho, al término de la filmación, el alcalde de la localidad ofreció una recompensa por cualquier rata capturada y entregada al ayuntamiento, con una recompensa de cinco florines de la época, dos euros actuales. Esto llevó a que muchos niños, entusiasmados con la recompensa, faltaran a clases para cazar ratas.
A propósito de las ratas, y en un aspecto muy polémico del rodaje, el biólogo conductual holandés Maarten 't Hart, contratado por Herzog por su experiencia con ratas de laboratorio, acusó que después de ver el maltrato que se dio a los roedores, se negó a seguir colaborando. Señaló a parte de su traslado en pésimas condiciones desde Hungría, debido a la falta de alimentación y desnutrición, habían comenzado a comerse unas a otras al llegar a los Países Bajos. También acusó al director de crueldad en su insistencia en pintarlas de gris ya que el proceso habría "demandado" que las sumergieran unos segundos en agua caliente para que la pintura se adhiera, lo que provocó la muerte de muchas de ellas. Hart también dio a entender que las ovejas y los caballos que aparecen en la película fueron maltratados, sin dar más detalles. Por otra parte, Herzog utilizó el Alto Tatra para el viaje de Harker y el Castillo de Pernštejn y sus parajes cercanos en la entonces Checoslovaquia para la morada de Drácula, como Murnau lo había hecho más de cinco décadas antes con el Castillo de Orava y también el Alto Tatra y sus alrededores. El director germano originalmente tenía la intención de filmar en Transilvania, Rumania, pero el régimen de Nicolae Ceausescu no se lo permitió debido a la relación entre el personaje del conde Drácula y Vlad el Empalador, considerado héroe nacional de ese país.
Finalmente, las secuencias de las momias las realizó el propio Herzog en el museo de las Momias de Guanajuato, a unos 320 kilómetros al noroeste de Ciudad de México, donde se exhibían al público una gran cantidad de cuerpos momificados de forma natural de las víctimas de una epidemia de cólera de 1833. Hoy en día, estas momias están protegidas por cubículos de vidrio termolaminado. La destacable banda sonora estuvo a cargo del grupo alemán Popol Vuh, que ya había colaborado con Herzog en "Aguirre, Der Zorn Gottes" (1972) y famoso por ser precursores de la música electrónica fusionada con elementos de música étnica. En esta ocasión sorprenden con Brüder des Schattens, Söhne des Lichts ("Hermanos de la sombra, hijos de la luz"), partitura que cobra mayor protagonismo en el viaje de Harker a pie a Transilvania, las tomas de las ruinas del Castillo de Drácula, la llegada del barco a Wismar y el cortejo fúnebre de los muertos por la peste negra. "Nosferatu, Phantom Der Nacht" (1979) fue estrenada el 8 de enero en el Cinémathèque Française de Paris y tuvo su premier 2 días después. En Suecia se estrenó el 10 de febrero en el Göteborg Film Festival, en Italia el 15 de febrero y Alemania Occidental el 23 de febrero en el Berlin International Film Festival. Obtuvo un recibimiento positivo tanto de la crítica como del público. Cinco días después de estreno en Alemania, Herzog inició el rodaje con Klaus Kinski de su próximo film, "Woyzeck" (1979).
Las actuaciones son destacables, el suizo Bruno Ganz, que venía de participar de "The Boys From Brazil" (1978) de Franklin J. Schaffner, por su parte, es un Jonathan Harker atípico dentro de la extensa filmografía vampírica del cine. Es bastante más humano y vulnerable que en la mayoría de las versiones de Drácula y Nosferatu realizadas hasta la fecha, especialmente cuando observamos como realiza un viaje de descenso a la degradación emocional y física, olvidando su vínculo con Lucy hasta el punto de desconocerla y rechazarla y mostrando un estado de incapacidad física de la que termina por recuperarse. Herzog, de hecho, le proporciona una secuencia final inesperada y original al personaje, que le da más puntos a su película por cuanto deja el epílogo lejos de un final satisfactorio o en el que el bien triunfa sobre el mal. Por su parte, la francesa Isabelle Adjani, que años después se destaparía con su impresionante participación en "Possession" (1981) de Andrzej Żuławski, encarna a una Lucy con un claro y mayor protagonismo en el desenlace de la historia. A partir de su aparente fragilidad femenina, su Lucy va transformándose en una sólida fuerza de resistencia a la enfermedad y muerte que representa el vampiro, al punto de contrariar a Van Helsing quien no la apoya en sus planes por cuestiones más machistas y escépticas que otra cosa, apostándolo todo para salvar a su amado Jonathan y acabar con el Conde. Cabe mencionar también, la participación del dibujante, escritor y actor francés Roland Topor, que venía de escribir y participar en "Le Locataire Chimérique" (1976) de Roman Polanski, y que en en este film encarna a un lunático, nervioso y surrealista Renfield. Conocido por su humor negro, Topor regala una versión de Renfield muy bizarra a pesar de su evidente y esperable rol secundario, pero que le hace muy bien a la dinámica de la película. Como anécdota recordar que el propio Kinski había encarnado ya a Renfield en "El Conde Drácula" (1970) de Jesús Franco, protagonizada por el icónico y siempre eficiente Christopher Lee.
En definitiva, destacable e introspectiva reversión del clásico expresionista de Murnau, en la que Herzog no sólo homenajea a la obra seminal del horror alemán, sino también propone su propia reflexión sobre el existencialismo vacío y banal.
FilmeClub605426824.wordpress.com
Este punto resulta esencialmente importante de tener en cuenta para quienes acusan la falta de elementos de terror y horror explícitos en "Nosferatu, Phantom Der Nacht" (1979), dado que la versión de Herzog no es un remake en espíritu y materia de "Nosferatu, Eine Symphonie Des Grauens" (1922) de Murnau, especialmente considerando que el clásico expresionista sí tiene muchos elementos esotéricos y oscuros que sí la convirtieron en una experiencia espeluznante, al margen de su discurso narrativo reflexivo, existencialista y fatalista, por cierto. Es esta última dimensión la que Herzog utiliza como punta de lanza para atreverse a realizar su propia versión y asumir los riesgos que conlleva "meterse" o intentar hacerlo con un clásico absoluto del cine de todos los tiempos, como lo es el film de Murnau. Como veré más adelante, la película de Herzog se mueve hacia otros derroteros y busca analizar y reflexionar sobre cuestiones totalmente pesimistas y fatalistas asociadas a la existencia humana, sin renunciar a lo gótico, pero sí despegándose bastante de la esencial horrorífica de la joya de 1922. Por lo demás, aunque ajeno al horror explícito, Herzog rueda su película, a fines de los 70, en un momento en que el cine de temática vampírica de horror ya mostraba desgaste después de haber revolucionado el cine fantástico a fines de los 50 y principios de los 60, especialmente con los llamados filmes de terror gótico británico e italiano de maestros como Terence Fisher y Mario Bava, respectivamente.
Por tanto, el leitmotiv busca adentrarse en las profundas aguas del fatalismo existencialista del vampiro. En primer lugar, como es posible advertir en la filmografía de Herzog donde nos encontramos con dos clases de protagonistas, el megalómano rebelde como "Aguirre, Der Zorn Gottes" (1972) y el sujeto peculiar como en "Jeder Für Sich Und Gott Gegen Alle"(1974), en "Nosferatu, Phantom Der Nacht" (1979) el vampiro pertenece al segundo grupo, un personaje extraño que se cuestiona y sufre la soledad de la condena a la inmortalidad, deambulando entre su necesidad de vivir en las sombras y, al mismo tiempo, la añoranza de tener un poco de eso que los humanos llaman amor. En segundo lugar, para el Conde Drácula de Herzog, el tiempo es un interminable y profundo abismo de siglos que van y vienen, donde la imposibilidad de envejecer y morir se convierte en algo peor que la propia muerte, un viaje agotador y torturador paralelamente. Sin duda, trágico y conmovedor a partes iguales, como el propio señor de los vampiros lo dice en una de sus líneas a Harker: "La muerte no es lo peor, hay cosas más terribles que la muerte. ¿Se imagina usted vivir durante siglos? ¿Experimentar todos los días las mismas cosas banales?". Por tanto, estamos ante una desgraciada criatura por la cual podemos llegar a sentir incluso empatía.
Ya mencioné la profunda admiración y fascinación de Herzog por la seminal obra maestra de Murnau, por tanto, resulta importante no olvidar que su "Nosferatu, Phantom Der Nacht" (1979) es también un sentido homenaje a dicho clásico expresionista. Hay varios aspectos en el film, algunos evidentes y otros tácitos, que dan cuenta de este trato de consideración y respeto hacia la madre de todas las películas de vampiros. Por ejemplo, cuando Herzog rodó el film, habían pasado más de 55 años del estreno de "Nosferatu, Eine Symphonie Des Grauens" (1922) y poco más de 40 años desde la muerte de Florence Balcombe, viuda de Bram Stoker, que como sabemos, demandó a Albin Grau, productor de la película de Murnau, y a su productora Prana por rodar la cinta sin comprar los derechos en 1923. También sabemos que la viuda del irlandés ganó el juicio que ordenó la destruir de todas las copias de esta maravillosa obra cinematográfica y que si no hubiese sido por héroes anónimos que obtuvieron alguna copia y la escondieron, no tendríamos la posibilidad de admirarla. En este contexto, ya a fines de los 70, lejos de la mano inquisidora de los descendientes de Stoker y el vencimiento de los derechos, Herzog se da maña de pregonar a los cuatro vientos la absoluta libertad del vampiro alemán para surcar los cielos nocturnos del cine.
Lo hará manteniendo la estética gótica y fatalista del clásico expresionista, como veremos en varias recreaciones de secuencias ya legendarias del cine de terror como, por ejemplo, la mayor parte de las escenas que van del primer encuentro entre Harker y Drácula hasta el descubrimiento del primer de que su cliente es un monstruo y que le ha transferido la plaga en la metáfora de la mordida y la consecuente degradación física y emocional del agente mobiliario: el saludo al llegar al castillo, la cena, la excitación del vampiro tras Harker cortarse el dedo, el deseo que despierta en el vampiro la fotografía de Lucy en el camafeo de Harker, el primer y los subsecuentes ataques del vampiro, la firma del contrato, el encierro en el castillo y descubrimiento de la cripta donde yace el vampiro. Todas estas secuencias son recreadas por Herzog sin caer en la auto contemplación o la copia literal y se suman otras donde la fotografía de Jörg Schmidt-Reitwein, asiduo colaborador del director, le otorga a lo gótico y decadente un toque muy documentalista, como las escenas de Harker llegando a la posada rumana cercana a Transilvania y el mismo trayecto que inicia por su cuenta ante la negativa del cochero de llevarlo al castillo del Conde, Lucy en la playa de cruces, la llegada del barco abandonado a Wismar y la marcha fúnebre de los muertos por la plaga desatada, entre tantas magníficas postales. No se puede dejar de mencionar las escenas con las sombras del vampiro que se desprenden de su cuerpo y la fantasmal aparición del niño violinista que refuerzan la idea que los gitanos sugieren a Harker sobre que el castillo es un mundo onírico y pesadillesco, que está en ruinas en realidad.
Como se puede observar, este homenaje Herzog también introduce los verdaderos nombres de los personajes de la novela de Stoker, aunque con algunos cambios, en una forma de simbolizar la liberación de la imposibilidad que les impidió en 1922 a Albin Grau, F.W. Murnau Henrik Galeen, productor, director y guionista del clásico de los 20, utilizar los nombres de dichos personajes. Así el Conde Orlok, Knock, Thomas y Ellen Hutter y el Dr. Bulwer finalmente pueden llamarse Drácula, Renfield, Jonathan y Lucy Harker, siendo esta última cambiada por Mina, y Dr. Van Helsing, respectivamente. Por el contrario, los amigos de los Hutter, Friedrich Harding y su hermana Annie que cuidan de Ellen en la película de Murnau, aquí son reemplazados por Mina y su esposo, a quienes se les llama así sin más. Lo que nos lleva al reparto, especialmente al trío protagónico constituido por Klaus Kinski, Bruno Ganz e Isabelle Adjani como el Conde Drácula, Jonathan Harker y su esposa Lucy, respectivamente. Más allá de que Kinski ya estaba consagrado y Adjani y Ganz estaban en búsqueda de ello, cabe señalar que cada uno interpretó de manera destacable a su personaje, otorgándole una particular personalidad y proyectando un rol particular y diferente a la novela de Stoker y a la misma película de Murnau.
A diferencia de Max Schreck, Klaus Kinski no es un vampiro que cause terror meramente por su presencia, apariencia y omnipresencia, sino una sensación de fatalismo existencial, del cual ya he hablado, lo convierte en una alimaña desalmada y vacía autoconsciente, de ahí que se acerque más a una suerte de terror existencialista, con todo que provoque cierta empatía con el espectador. Kinski, quien trabajaría en 5 legendarios filmes de Herzog y con quien sostendría una de las relaciones más tóxicas de amor y odio del cine, se mostró bastante menos colérico y más colaborativo con el director que de costumbre. De hecho, a pesar de que debía soportar sesiones de maquillaje de casi cuatro horas diarias, se mostró muy amable y paciente con la maquilladora japonesa Reiko Kruk, quien debía fabricarle orejeras de látex todos los días ya que se rompían fácilmente. Posteriormente, reconocería que detestaba interpretar maquillajes complejos, pero que entendía que el papel de Drácula lo demandaba, reconociendo además que su apariencia vampírica llegó a perturbarlo incluso. La verdad es que Kinski regaló una interesante interpretación, colmada de nostalgia, depresión y vacío espiritual. Hay varias escenas en las que es posible advertir su vulnerabilidad, latente pero oculta de su propia monstruosidad, como la mencionada secuencia en que confiesa a Harker sentirse apesadumbrado por el paso lento del tiempo (aludiendo a su inmortalidad), la escena en la que Lucy lo rechaza directamente cuando el vampiro le pide que deje de amar a Harker y le entregue algo de ese amor y el mismísimo epílogo cuando ella lo engaña, entregándole su cuello haciéndole olvidar la proximidad del amanecer.
Ya resaltaba el respeto por el carácter gótico y decadente de "Nosferatu, Phantom Der Nacht" (1979), además de sus aires de documental en términos fotográficos, pero bien vale destacar que todo esto Herzog lo logra a partir de sus acostumbrados y austeros diseños de producción. Inicialmente, el futuro director de "Cobra Verde" (1987) intentó filmar en Bremen como alguna vez lo hizo Murnau, pero por cuestiones económicas, con su reducido elenco y equipo técnico, movió la filmación a la localidad holandesa de Delft, ubicada entre Róterdam y La Haya. En dicha localidad rodó la mayor parte de la película, pero cuando quiso rodar las secuencias de las ratas, se encontró con la negativa del municipio de Delft de permitir que liberara a los 11 mil roedores que participarían en la película. Buscando una pronta solución, debió mover a los roedores a Schiedam, entre Róterdam y Vlaardingen, donde sí pudo filmar dichas escenas, a pesar de que los roedores se habían multiplicado a más de 30 mil individuos. De hecho, al término de la filmación, el alcalde de la localidad ofreció una recompensa por cualquier rata capturada y entregada al ayuntamiento, con una recompensa de cinco florines de la época, dos euros actuales. Esto llevó a que muchos niños, entusiasmados con la recompensa, faltaran a clases para cazar ratas.
A propósito de las ratas, y en un aspecto muy polémico del rodaje, el biólogo conductual holandés Maarten 't Hart, contratado por Herzog por su experiencia con ratas de laboratorio, acusó que después de ver el maltrato que se dio a los roedores, se negó a seguir colaborando. Señaló a parte de su traslado en pésimas condiciones desde Hungría, debido a la falta de alimentación y desnutrición, habían comenzado a comerse unas a otras al llegar a los Países Bajos. También acusó al director de crueldad en su insistencia en pintarlas de gris ya que el proceso habría "demandado" que las sumergieran unos segundos en agua caliente para que la pintura se adhiera, lo que provocó la muerte de muchas de ellas. Hart también dio a entender que las ovejas y los caballos que aparecen en la película fueron maltratados, sin dar más detalles. Por otra parte, Herzog utilizó el Alto Tatra para el viaje de Harker y el Castillo de Pernštejn y sus parajes cercanos en la entonces Checoslovaquia para la morada de Drácula, como Murnau lo había hecho más de cinco décadas antes con el Castillo de Orava y también el Alto Tatra y sus alrededores. El director germano originalmente tenía la intención de filmar en Transilvania, Rumania, pero el régimen de Nicolae Ceausescu no se lo permitió debido a la relación entre el personaje del conde Drácula y Vlad el Empalador, considerado héroe nacional de ese país.
Finalmente, las secuencias de las momias las realizó el propio Herzog en el museo de las Momias de Guanajuato, a unos 320 kilómetros al noroeste de Ciudad de México, donde se exhibían al público una gran cantidad de cuerpos momificados de forma natural de las víctimas de una epidemia de cólera de 1833. Hoy en día, estas momias están protegidas por cubículos de vidrio termolaminado. La destacable banda sonora estuvo a cargo del grupo alemán Popol Vuh, que ya había colaborado con Herzog en "Aguirre, Der Zorn Gottes" (1972) y famoso por ser precursores de la música electrónica fusionada con elementos de música étnica. En esta ocasión sorprenden con Brüder des Schattens, Söhne des Lichts ("Hermanos de la sombra, hijos de la luz"), partitura que cobra mayor protagonismo en el viaje de Harker a pie a Transilvania, las tomas de las ruinas del Castillo de Drácula, la llegada del barco a Wismar y el cortejo fúnebre de los muertos por la peste negra. "Nosferatu, Phantom Der Nacht" (1979) fue estrenada el 8 de enero en el Cinémathèque Française de Paris y tuvo su premier 2 días después. En Suecia se estrenó el 10 de febrero en el Göteborg Film Festival, en Italia el 15 de febrero y Alemania Occidental el 23 de febrero en el Berlin International Film Festival. Obtuvo un recibimiento positivo tanto de la crítica como del público. Cinco días después de estreno en Alemania, Herzog inició el rodaje con Klaus Kinski de su próximo film, "Woyzeck" (1979).
Las actuaciones son destacables, el suizo Bruno Ganz, que venía de participar de "The Boys From Brazil" (1978) de Franklin J. Schaffner, por su parte, es un Jonathan Harker atípico dentro de la extensa filmografía vampírica del cine. Es bastante más humano y vulnerable que en la mayoría de las versiones de Drácula y Nosferatu realizadas hasta la fecha, especialmente cuando observamos como realiza un viaje de descenso a la degradación emocional y física, olvidando su vínculo con Lucy hasta el punto de desconocerla y rechazarla y mostrando un estado de incapacidad física de la que termina por recuperarse. Herzog, de hecho, le proporciona una secuencia final inesperada y original al personaje, que le da más puntos a su película por cuanto deja el epílogo lejos de un final satisfactorio o en el que el bien triunfa sobre el mal. Por su parte, la francesa Isabelle Adjani, que años después se destaparía con su impresionante participación en "Possession" (1981) de Andrzej Żuławski, encarna a una Lucy con un claro y mayor protagonismo en el desenlace de la historia. A partir de su aparente fragilidad femenina, su Lucy va transformándose en una sólida fuerza de resistencia a la enfermedad y muerte que representa el vampiro, al punto de contrariar a Van Helsing quien no la apoya en sus planes por cuestiones más machistas y escépticas que otra cosa, apostándolo todo para salvar a su amado Jonathan y acabar con el Conde. Cabe mencionar también, la participación del dibujante, escritor y actor francés Roland Topor, que venía de escribir y participar en "Le Locataire Chimérique" (1976) de Roman Polanski, y que en en este film encarna a un lunático, nervioso y surrealista Renfield. Conocido por su humor negro, Topor regala una versión de Renfield muy bizarra a pesar de su evidente y esperable rol secundario, pero que le hace muy bien a la dinámica de la película. Como anécdota recordar que el propio Kinski había encarnado ya a Renfield en "El Conde Drácula" (1970) de Jesús Franco, protagonizada por el icónico y siempre eficiente Christopher Lee.
En definitiva, destacable e introspectiva reversión del clásico expresionista de Murnau, en la que Herzog no sólo homenajea a la obra seminal del horror alemán, sino también propone su propia reflexión sobre el existencialismo vacío y banal.
FilmeClub605426824.wordpress.com