Imagina tener que recurrir a Bla Bla Car para bajar de Bilbao a Madrid porque el sueldo no te da para más o porque prefieres la comodidad de un coche particular o por mil y una razones más. El caso es que quieres pasar las siguientes cuatro horas de la manera más agradable posible. Quizás pensando en tus cosas o conociendo gente. Estás listo para la incomodidad de estar con desconocidos en un espacio tan cerrado, pero créeme si te digo que nunca nadie puede estar preparado para enfrentarse a lo que sucede en El cuarto pasajero.
La nueva película de Álex de la Iglesia nos lleva por un viaje donde lo cotidiano se vuelve macabro, algo en lo que es experto el cineasta. Aquí el villano principal está interpretado por Ernesto Alterio, un 'hombre del renacimiento' que no para de hablar por teléfono, tiene demasiados 'programas' en marcha y habla siempre con frases hechas. Y lo peor de todo: exige colocarse en el asiento de delante. Es el pasajero más odioso y menos deseable para un viaje de este estilo y, aunque el personaje de Alterio pueda parecer ficción, está basado en un suceso real.
De La Iglesia cuenta en una entrevista con SensaCine que utilizaron a alguien que existe en la realidad para construirlo, pero, por razones obvias, no pueden decir quién es.
Los diálogos de Ernesto los he vivido con gente que habla así y que acapara la conversación, que habla como si fueras parte de un público, en lugar de hablar de tú a tú. Nos basamos en una persona, pero no puedo decir quién. Os doy una pista: cuando dice 'Hemos desarrollado un programa maravilloso'
Juan Carlos, el personaje de Ernesto Alterio, recuerda casi al instante a ese estupendo artículo escrito por Sabina Urraca en el que relata su viaje de pesadilla junto a Álvaro de Marichalar. Según las palabras de Urraca, "desde el primer momento en el que entró en el coche dio la impresión de que estaba absolutamente pirado" y le llamó la atención la gran cantidad de llamadas de teléfono que realizó durante el trayecto. El propio Marichalar ha negado que esto sucediera pero, tuviese razón Urraca o no, claramente el personaje de Alterio está sacado de ese texto de la escritora.
Al igual que ocurre con ese verborreico del tema de Urraca, desde el principio, Juan Carlos aparece como un personaje que acapara todo el plano. Lo primero que hace es no sentarse en la parte de atrás, sino reclamar su sitio delante. "Impone su presencia", cuenta Álex de la Iglesia. Todo está estratégicamente pensado para que el espectador sepa desde el primer instante en qué lugar se encuentra cada pasajero. "Y eso es lo más importante de una película, entenderlo a través de los ojos", asegura el director.
"Alberto, que cada vez está más reducido y estático. Solamente puede mirar por el espejo. Precisamente el espejo genera un contrapicado. Él mira hacia arriba para hablar y lo coloca en una posición de inferioridad respecto a los personajes. [...] Rubén está oculto entre las sombras y, sin embargo, está muy en relación directa con Blanca. Cuando colocas las cámaras para grabar a Blanca y a Rubén se genera un espacio único y separado de los demás", sigue el cineasta.
Desarrollar la narración en un espacio tan pequeño podría ser una tarea difícil, pero el director de Mi gran noche o 30 monedas lo utiliza a su favor. "Rodar en un espacio pequeño es más eficaz. Si tú encierras a los personajes y no permites que respiren fuera lo que haces es aumentar el conflicto. No pueden decir ‘Hasta luego’ e irse. Están enfrentados unos a otros y cada uno establece sus reglas e imprime su espacio a los demás", señala. Y si uno de esos personajes es tan excéntrico como Juan Carlos, los problemas (y el humor) están servidos.
El cuarto pasajero se estrena el 28 de octubre.
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