Ha sido la película ganadora de la pasada edición de los Premios Goya. No era una sorpresa: la cinta de Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña fue una de las películas del año y ya cautivó por completo a crítica y público durante su paso por el Festival de cine de San Sebastián, en el que resultó la película ganadora del Premio del Público.
Allí tuvimos la oportunidad de hablar con el equipo al completo de As bestas: el reparto (Denis Ménochet, Marina Foïs, Luis Zahera y Diego Anido) y con el tándem creativo formado por Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña.
‘As bestas’ y su historia verdadera
Quien lo ha vivido lo sabe: “Llevarse mal con los vecinos es terrorífico, porque estás obligado a pasar cada día delante de su puerta, o a oírlos desde casa”, empieza Sorogoyen, “de cerca cualquier agresión se vuelva infinitamente más insoportable”. Lo retoma Peña: “Luego está que, a no ser que vivas del todo aislada, todo el mundo tiene vecinos”. Incluso la víctima del asesinato real que encendió la mecha de este proyecto.
"Cómo cuatro personas pueden llegar a causarse tanto dolor": 'As Bestas' transforma un inquietante asesinato real en una película imprescindibleEl 19 de enero de 2010, en la remota aldea de Santoalla do Monte, del municipio de Petín (Ourense), el holandés Martin Verfondern fue asesinado a tiros. Había llegado hasta aquel pueblo en mayo de 1997 “buscando el aire y el agua más puros” para fundar su particular proyecto de vida ecológica, pero entre las casas derruidas encontró la inquina de una familia, los Rodríguez, un anciano matrimonio y sus dos hijos.
Leímos la noticia de este caso, que nos aterró y fascinó a partes iguales”, comenta Peña. “Entonces decidimos hacer una película inspirada en aquellos hechos. En la época nos parecía una gran oportunidad para rellenar huecos
En As bestas, una pareja de franceses tratan de sostener su pequeño proyecto de agricultura ecológica y turismo rural, pero se encuentran con el rechazo frontal de sus vecinos, los hermanos Anta, quienes empiezan a acosarles.
Sorogoyen Internacional
Para contar la tragedia inquietante de un extraño en tierras salvajes, Rodrigo Sorogoyen sabía que tenía que contar con el músculo de un reparto internacional. Para ello, contactó a Denis Ménochet y a Marina Foïs, el Peter Von Kant de François Ozon y la pareja hastiada de Catherine Corsini, respectivamente. Foïs, de hecho, se declara una “sorogoyer” irreparable: “A mí me encanta todo el cine de Rodrigo Sorogoyen, que descubrí en 2016 a raíz de Que Dios nos perdone y que me recordó muchísimo a Crónica de un asesino en serie (luego descubrí que Rodrigo era un gran fan de Bong Joon-ho). Cuando recibí el guion para As bestas, supe que no podía decirle que no”. Aunque Menochet no conociera al cineasta madrileño, al recibir la propuesta vio todas sus películas del tirón: “A mí me impactó mucho El reino, aunque su filmografía me interesa porque no da respuestas fáciles, deja que el público las saque según su propio juicio. Las grandes películas son las que se pueden discutir en un bar, o con tus hijos”.
As bestas es también una película repleta de contradicciones, un viaje que busca la empatía antes que la certeza. Sorogoyen lo defiende como parte meca y camino para una buena película: “Cuando escribimos siempre tratamos de entender los deseos, los dolores y las querencias de nuestros personajes: nuestro trabajo pasa por explicarlos para comprenderlos mejor, sin excepciones. Aquí construimos a cinco protagonistas a quien teníamos que respetar y honrar, y luego ya podríamos hacer escenas interesantes con ellos”. Marina Foïs, de hecho, evita hablar de (buenas o malas) intenciones al referirse al conflicto entre los dos bandos: “Nuestra pareja está educada, viene de ciudad y se han comprado el terreno como una suerte de proyecto utópico de vida. Tienen dinero. Los hermanos, sin embargo, no tienen absolutamente nada y, por lo tanto, tampoco nada que perder”.
A Contracorriente
¿Cómo miramos a la Galicia rural?
Luis Zahera, ganador de un Goya por ser Cabrera en El reino, aquí el mayor de los dos hermanos Anta, explica que el rodaje se localizó en la zona de Villafranca del Bierzo (Bierzo Oeste), “que es preciosa pero hoy se ha abandonado por completo, se ha dejado caer. Cuando te das cuenta de que esta idea de ‘la España vaciada’ es real, empiezas a promocionarla porque te das cuenta del tesoro que se está echando a perder”, y he aquí la empatía que predica el film de Sorogoyen, “entonces puedes ponerte realmente en la piel de los hermanos”. Diego Anido, un grande del teatro y del cine gallego (Malencolía), el hermano menor, los describe como “dos personas inteligentes, que saben que la fortuna en el mundo es solo para unos pocos y que esos no son ellos”.
La Galicia rural lleva años siendo un escenario muy prodigado por el audiovisual español: desde que el Novo Cinema Galego la descubriera al mundo, ha sido casa de éxitos cinematográficos como Lo que arde (Oliver Laxe, 2018) o de series como Fariña (Netflix), El desorden que dejas (Netflix) o Rapa (Movistar Plus+). De hecho, el thriller Rapa tiene como motivo central la “rapa das bestas”, a la que refiere el título de la de Sorogoyen: “Tanto el paisaje como la propia lengua gallega nos parecía que se amoldaban perfectamente a lo que queríamos contar, y luego descubrimos la celebración de la ‘rapa das bestas’…”. En esencia As bestas podría explicarse a partir de los conflictos que despiertan en una Galicia rural que ha sido largamente descuidada, y hoy es codiciada como lugar de paz y naturaleza virgen.
Sin embargo, Marina Foïs defiende que la violencia que surge en la película se escampa mucho más allá de las serras galegas: “Conocía la Galicia rural solo a través de Lo que arde, de Oliver Laxe, pero yo que soy medio italiana y tengo una casa en el campo, entre Calabria y Campagna, me da la sensación de que los temas que trata la película (a quién invitas a tu casa, cómo interpretas la modernidad, qué defiendes y hasta dónde estás dispuesto a llegar) no son culturales y específicos de Galicia, sino universales”. Zahera matiza sus palabras, porque “en Galicia tenemos un litigio en particular con el territorio y con la innovación, si bien los molinos son compartidos un poco en todas partes”.
La ficción ambientada en el rural gallego tiene otra faceta que la atraviesa, aunque de forma no necesariamente positiva. La más famosa de las series que hemos enumerado arriba es Fariña, sobre el intenso tráfico de drogas que se prodigaba en los años ochenta. Los dos gallegos que ante nosotres se sientan, cómo no, tienen algo que decir sobre el tema:
Yo lo digo con todo el respeto, pero parece que en el cine Galicia o bien es la cocaína o bien es el tercer mundo. Tenemos este estigma que sí tendrá sus visos de realidad, pero la cosa va mucho mejor”, espeta Zahera. Y concluye Anido que “el rural oscuro gallego vende, y es bueno para el audiovisual, pero no lo es para la Galicia del presente
¿Qué paisaje se está quedando sin representar, mientras nos obcecamos con 'thrillers' tensos sobre el gallego marginal? Anido tiene propuestas “para contestar un poco a la oscuridad que se nos ha atribuido”. A él, de Galicia le gustaría ver “historias como la que ha escrito y dirigido Daniel Monzón con la Gerona quinqui de Las leyes de la frontera. En Vigo o en La Coruña hay una vida de barrio muy tupida que aún está por contar. También pienso en las ‘películas de escuela’ que tanto se prodigan en Francia, en las que llegan profesores muy reivindicativos a aulas problemáticas. Me encantaría ver una película donde en una clase gallega se debatieran asuntos sociales, o algo”.
A Contracorriente
El último paisano de Quintela de Barjas
La Galicia “vaciada”, en realidad, estaba llena de personajes maravillosos. Explica Rodrigo Sorogoyen que “era necesario que las caras de los habitantes de la zona fueran totalmente desconocidas para el público, si queríamos hacer una película creíble de verdad”. Por ello, contactaron a José Manuel Fernández y Blanco, actor natural, para que se interpretara como Pepiño y a tres hombre más de la zona para que pusieran rostro a los pocos vecinos que pululan por el bar. Sobre la población local, nos surge una duda. Les preguntamos por el lugareño que aparece mencionado en los dossieres de prensa, llamado Sergio… De él, no hemos encontrado información en ninguna otra parte. Isabel Peña nos responde: “¿Tienes tiempo?”. Según cómo lo cuentan, parece que el hombre nos daría suficientes ideas para rodar una segunda película.
“Sergio es el único habitante de Quintela de Barjas, donde rodamos, y como podréis imaginaros, era una persona muy peculiar. Con él tuvimos una relación muy especial pero muy bonita, sobre todo porque estaba contentísimo de que viniese gente joven a trabajar al pueblo. Que no entendía mucho de lo que estábamos haciendo, vale, pero nosotros tampoco entendíamos en qué trabajaba él”. Aunque no aparezca en la película, el “paisano”, como lo llaman, sin duda marcó todo el rodaje: “Rodar en Quintela no era tan sencillo como firmar un papel y ya, teníamos que negociar con la persona que vivía ahí, Sergio. María López Viéitez, nuestra jefa de producción, era quien se encargaba de mediar con él y eso hacía variar las jornadas del rodaje. Si veíamos que estaba de mal humor, o lo que fuera, cambiábamos de planes”.
