Siempre fue un niño al que no le gustaban demasiado las cintas de animación de Disney y siempre solía optar más por la fantasía de Ralph Bakshi o la violencia del -entonces emergente- anime japonés (si de animación se trataba), así que, buceando en los rincones de mi infancia, rápidamente no he podido evitar recordar un subproducto de ciencia ficción con el que alucinaba en colores siendo un niño: Asesinos cibernéticos. Una cinta de serie B dirigida por Christian Duguay en base a uno de los relatos del brillante Philip K. Dick y protagonizada por Peter Weller.
Tengo vívido en mi mente el recuerdo de su 'spot' televisivo, que solían emitir durante las pausas publicitarias del Cine Matinal de Telecinco. Además su título español no podía fardar más: ¡Asesinos cibernéticos! Otra vez más, entraron en juego los traductores nacionales, decidiendo que Screamers -título original que hace referencia al sonido que emiten los robots de la película- no iba a funcionar entre el público del país y optaron por algo mucho más obvio y con gancho para la juventud del momento (hordas de muchachos que flipaban con las patadas de Van Damme y los músculos de Stallone). Cuando se estrenó en cines, en mayo de 1996, yo tenía doce años. Fue el primer filme que vi fuera de casa sin mis padres. En su lugar, acudí con mis amigos de aquel entonces al multisala del centro comercial más cercano a mi casa. Todos estábamos con ansia por ver aquel largometraje con el que habíamos fantaseado tanto en las conversaciones previas a su visionado, y a la salida los comentarios no pudieron más positivos. Volvimos a casa encantados.
Para los que no la hayáis visto: Asesinos cibernéticos es una cinta canadiense de 'serie B', dirigida por el cineasta local Christian Duguay, que tenía a sus espaldas su trabajo en la secuela de otra de las grandes producciones de género que había dado su país: Scanners. A pesar de que esta segunda parte no contaba con la calidad de la primera entrega dirigida por David Cronenberg, el filme fue recibido en su día como una digna continuación de las andanzas de aquellos humanos con grandes poderes telepáticos. Tras ésta, y una olvidable tercera parte, Dugay volvería tras las cámaras con el 'thriller' de acción Hilo mortal, para el que contó con el protagonismo de Pierce Brosnan. Condenado durante varios años posteriores a hacer cine para televisión y miniseries, fue en 1995 cuando recibió la llamada de los productores Franco Battista y Tom Berry para encargarse del largometraje que nos ocupa hoy. Se trataba de una adaptación de, nada más y nada menos, uno de los 'popes' del género: el escritor Philip K. Dick, concretamente de su obra La segunda variedad.
A mediados de los '90 era tendencia en Hollywood la mezcla de cine de acción y ciencia ficción. Películas de modesto presupuesto como Space Truckers: Transporte espacial o Crossworlds: Entre dos mundos, se batían el cobre en taquilla con grandes producciones como Juez Dredd o Waterworld. Curiosamente en muchas ocasiones las primeras obtenían mejor recaudación que las segundas, por lo que Sony Pictures apostó por la distribución de un largometraje de género a través de su filial Triumph Films, poniendo sus ojos en una pequeña compañía canadiense llamada Allegro Films. Así fue como Asesinos cibernéticos llegó a los cines de todo el mundo. Hoy en día, el destino de un producto de 'serie B' como éste habría sido, sin duda, alguna plataforma de vídeo bajo demanda, la estantería de un gran almacén o incluso el ostracismo.
La vida tras el apocalipsis nuclear y unos letales robots armados con cuchillas
Como todo buen filme sórdido de ciencia ficción post apocalíptico, Asesinos cibernéticos comienza con un el clásico texto introductorio, al más puro estilo Star Wars, mientras suena música un sintetizador 'tardochentero' de fondo. En dicha explicación se nos cuenta que estamos en una colonia minera del Planeta Sirius 6B (no han comenzado los créditos y ya empieza el desmadre). En este lugar, el Grupo Económico Nuevo (GEN) descubrió un material que acabaría con los problemas de la Tierra: el 'Berynio'. Pero su extracción, resultó ser letal y se libraron grandes cantidades de radiación y contaminación. Fue entonces cuando un grupo de científicos y mineros pidieron el cese de las actividades del GEN, lo que acabaría con una terrible guerra y su consecuente invierno nuclear. Tras este suceso, ambos bandos mantienen un tenso pulso esperando noticias de los superiores que parecen no llegar nunca. Entretanto, la Alianza, en un intento de defenderse, crea a los 'Screamers': unos letales robots armados con cuchillas que habitan bajo el subsuelo y atacan a todo humano viviente.
Tras esta enrevesada introducción se nos presenta la base en la que habita la Alianza y vemos como los 'Screamers' entran en acción contra un miembro del GEN, que parece portar un mensaje en el brazo. En una escena bastante gore, los asesinos cibernéticos le rebanan el brazo, una pierna y finalmente lo matan (Si hubiese estado viendo la película en el Festival de Sitges, probablemente habría escuchado una gran ovación… Pero me encontraba en los Multicines Albufera en pleno barrio de Vallecas). Lástima que tras este arranque tan hemoglobínico, el filme no ofrezca mucha más carniceria. Después de los primeros minutos, conocemos por fin al Oficial Joe Hendricksson, al que encarna el actor Peter Weller. El protagonista de las dos primeras entregas de Robocop, que se había convertido en un habitual del cine de acción de ‘serie B’ de finales de los '80, venía de rodar -¡ojo!- El almuerzo desnudo a las órdenes de David Cronenberg. El intérprete estadounidense debió pensar que, tras adaptar a William S. Burroughs -con gran impacto entre la crítica- trabajaba en una producción inspirada en una obra de Philip K. Dick, no le podía ir nada mal… Que decepción se llevaría: Asesinos cibernéticos marca sólo un 30% de críticas positivas en la web Rotten Tomatoes.
Volviendo a la trama, resulta que el mensaje que portaba el GEN, al que los 'Screamers' destrozan al comienzo de la cinta, contiene un mensaje de uno de los líderes de la Alianza informando a los hombres que se encuentran bajo la base subterránea que van a firmar la paz total con el Grupo Económico Nuevo. Tras esto, llega el momento de introducir al alivio cómico de la película: el soldado Ace Jefferson (al que encarna el actor Andy Lauer) que comienza siendo un personaje misterioso para acabar convirtiéndose en lo más odioso del largometraje. El tipo es el único superviviente de un accidente aéreo que ocurre cerca del lugar en el que se nos presenta la acción. Tras hablar con él y descubrir la placa de un nuevo tipo de 'Screamer tipo 2', el oficial Hendricksson le elegirá para que le acompañe a través del planeta en búsqueda de sus superiores y verificar si ese armisticio es verídico o no.
Es ahora, en plena marcha de los protagonistas por el planeta nevado (y desolado), cuando entra en acción el mejor personaje de la película: el 'Screamer tipo 3', un niño desvalido acompañado de un osito de peluche que trata de camelar a los humanos a los que se encuentra en su camino para que lo lleven con ellos. Sin embargo, resulta ser una máquina tan letal como sus congéneres. Mención aparte recibe el momentazo en el que llegan los tres a una base de los GEN y uno de estos últimos abate sin piedad al ciborg con apariencia de preadolescente, de un certero disparo en el pecho. Tras el balazo, la máquina comienza a gritar emitiendo un sonido mucho más estridente que los demás. Una escena brutal.
Conocemos, entonces, a tres miembros del GEN: un chulazo con pinta de ser la versión de mercadillo de George Michael en su etapa en Wham, el típico 'friki' con papeletas de morir pronto y una 'femme fatale' que se convertirá en el interés amoroso del protagonista. A partir de ahí comienzan las sospechas entre ellos, ya que el 'Screamer tipo 2' se camufla como un soldado. Ya poco importa la subtrama política entre los dos bandos (GEN y Alianza) que resulta ser el motor de arranque de la película, ahora todo se centra en escapar con vida del ataque de las máquinas letales y descubrir al "traidor entre ellos". También es el momento en el que entran en acción los efectos especiales 'stop-motion', los cuales a día de hoy cantan mucho menos que los predigitales de aquella época. Esta evolución de los ciborgs está animada por la empresa de FX Buzz Image Corp, que posteriormente trabajaron en filmes como El cuervo: Ciudad de ángeles o Pluto Nash.
De aquí al final todo se vuelve un delirio sin sentido que hizo (y hace) mis delicias: la base subterránea de Alianza se ha llenado de pequeños asesinos armados osito de peluche en mano, los 'Screamers' soldado pueden sangrar, emborracharse y beber como cualquier otro humano, comienzan a morir todos los miembros del grupo (humanos o no)... Desembocando todo ello en un final ambientado en una fábrica -como buena película post apocalíptica que se precie- y con mensaje ecologista final. ¡Bravo!
Si tienes un gran recuerdo de esta película puedes rememorar esos buenos momentos en plataformas de vídeo bajo demanda, ya que Asesinos cibernéticos se encuentra en alquiler en Apple TV y Google Play. Si no la has visto aún, estás tardando en acudir a esta vilipendiada joya de 'serie B' de mediados de los '90.