Han pasado casi 15 años desde que conocimos el mundo de Pandora y James Cameron revolucionó el cine con su 3D. Curiosamente, la situación ahora es prácticamente la misma. La secuela, Avatar: El sentido del agua, es la gran apuesta de Hollywood para salvar las salas de cine y Cameron sigue tirando de innovación para añadir valor a su aventura. El último tráiler publicado termina de confirmar que estamos ante la gran producción del año y, si todo va según lo previsto, se convertirá en uno de los grandes taquillazos de los últimos años.
Detrás de la producción hay mucho esfuerzo e inversión. Largos años de dar forma al relato y una gran organización que pocas veces se ha visto antes. El equipo ha desarrollado al mismo tiempo cuatro secuelas de la Avatar original y han conseguido salir sanos y salvos del proceso. Eso lo sabe muy bien Jon Landau, productor de la franquicia que está detrás de la magia necesaria para sacar adelante una producción de esta envergadura.
El mayor reto al desarollar más de una secuela fueron los guiones. Nos tomamos nuestro tiempo para desarrollar los cuatro guiones y llevarlos a un lugar donde James Cameron estuviera contento de dirigirlos
"Así el reparto podía saber cuál era el arco de su personaje a lo largo de las cuatro películas. Luego, cuando llegó el momento de ir a producción, había más duración, así que requería más aguante, pero la logística, de cierto modo, eran más simples", cuenta Landau en una entrevista con SensaCine.
"Estábamos en un abismo negro a 10 metros bajo el agua y con criaturas prehistóricas"
Landau habla mucho del guion, pero si hay algo que destaca en Avatar: El sentido del agua son sus especificaciones técnicas. El rodaje de la secuela poco tiene que ver con el de una película normal y corriente. Para poder protagonizar la historia, los actores han tenido que llevar a cabo un duro entrenamiento de buceo y técnicas de respiración.
Contratamos a un caballero llamado Kirk Krack para que trabajara con cada uno de los miembros del reparto. Queríamos, en primer lugar, que estuvieran seguros cuando fueran al agua. Y que ellos se sintieran seguros. Y, en segundo lugar, queríamos que fueran capaces de llevar a cabo una interpretación emotiva y atractiva mientras estaban bajo el agua
"Otras películas lo ruedan en seco y luego simulan que es en el agua. Nosotros tuvimos a nuestro reparto en el agua, en la corriente, siendo arrastrados, de manera mecánica, pero simulando la criatura que se supone que deberían estar montando para que su cara pudiera mostrar alegría o el miedo de algo que se les aproxima", señala con entusiasmo el productor.
Todos los esfuerzos del equipo han estado dirigidos para que tecnología e interpretación fueran de la mano, sin que una se superponga a la otra. Es algo que ya se perseguía en la película original, que consiguió instaurar técnicas como la captura de movimiento o la cinematografía estereoscópica mientras arrasaba en audiencia con la historia de sus na'vi.
Pandora: el mundo real, magnificado
Si Avatar consiguió impactar tanto a la audiencia fue por la complejidad de Pandora. La tierra que acoge a los na'vi es un riquísimo planeta lleno de fauna y flora al que dan ganas de viajar. La inspiración no viene de muy lejos. Nuestro propio planeta fue el que inspiró todos los seres que viven en el mundo ficticio de James Cameron.
En Avatar: El sentido del agua el universo se agranda y nos presenta a los Metkayina, un clan que vive en los arrecifes de Pandora y montan a los ilus, unas criaturas marinas impresionantes. De nuevo, todo basado en animales que viven en la vida real. "Una de las cosas que intentamos hacer con Avatar como franquicia es tomar inspiración de lo que la madre naturaleza ha creado aquí en la Tierra, pero sacarlo de contexto", asegura el productor, "Si encontramos una rana exótica que es muy colorida y vive en el Amazonas, la tomamos y la convertimos en una criatura enorme. Si miras a nuestros océanos, hay algunas criaturas increíbles que pueden parecer de otro mundo".
Esta búsqueda de inspiración en la naturaleza les ha llevado a vivir experiencias increíbles. "Después de que nuestro reparto se preparara en buceo, los llevamos a Hawái y fuimos a bucear de noche con mantas raya. Ahí estábamos, en un abismo negro, 10 metros bajo el agua, y ahí en la oscuridad aparecieron criaturas gigantescas que parecía prehistóricas y podíamos tocarlas porque nadaban por encima de nosotros". Una escena que parece sacada de una pantalla de cine.