La franquicia cinematográfica más longeva de todos los tiempos ha tenido que reinventarse regularmente en las últimas décadas. Hablamos de James Bond, que después de que Sean Connery renunciara a su papel como el famoso agente y George Lazenby asumiera el puesto, su popularidad bajó drásticamente. Tras Roger Moore y Pierce Brosnan, la saga necesitaba un cambio y los productores pulsaron el botón de reinicio poco después del cambio de milenio.
Poco antes de la última película de Bond de Pierce Brosnan, El caso Bourne llenó las salas de cine, recibió una fuerte acogida de la audiencia y marcó rápidamente el comienzo de una nueva era de películas de espías. Los creadores de Bond siempre han sabido cómo reaccionar a los signos de los tiempos sin destrozar demasiado la esencia de su marca. Cuando ficharon a Daniel Craig en un claro cambio de rumbo, recibieron todo tipo de quejas, pero demostraron que no se habían equivocado.
Entre Casino Royale (2006) y Sin tiempo para morir (2021), Craig consiguió reinventar la saga y se consagró como uno de los mejores agentes que habían llevado el traje. Esto posiblemente dé lugar a debate, pero una cosa está clara: James Bond es alguien muy diferente tras el paso del actor.
Jason Bourne y James Bond: separados al nacer
Y el caso es que mucho de ese éxito se lo debe a El caso Bourne. James Bond es un personaje lo bastante mítico como para tener su propio camino y eso no lo ponemos en duda, pero ambas sagas se alimentan entre sí. Cuando El caso Bourne se estrenó en cines en septiembre de 2002, 007 estaba al borde de un reinicio necesario, el cual sucedería dos meses después. En Muere otro día el villano vivía en un palacio de hielo, mientras que Bourne mostraba a un héroe sin artificios, luchando en escenarios realistas. Esto es justo lo que necesitaba Bond.
Por otro lado, Jason Bourne es alguien que ha perdido la memoria. En otras palabras, no es un ser superior como solían pintar a 007. Es un tipo sensible, simpático, con problemas y que no siempre está a la altura en combate. Sentimos y sufrimos por él. Hay un patrón similar en las películas de Craig como 007. Hasta entonces, el héroe del traje impecable no tenía sentimientos y, sobre todo, su relación con las mujeres necesitaba una revisión -que, por cierto, sufrió la revisión definitiva en Sin tiempo para morir, actualizándolo al 100%-.
Del mismo modo, los creadores de Bourne han tomado inspiración de aquí y de allá. Hay escenas, como la persecución en el Mini Cooper rojo, que se parecen a Panorama para matar, en la que Roger Moore se movía alrededor de la Torre Eiffel conduciendo un Renault no exactamente nuevo para la época en la que estaba. Igual que las aventuras de Bond y su red global de agentes han inspirado el desarrollo de Bourne.
El caso Bourne ha envejecido increíblemente bien y no solo inspiró al nuevo Bond, sino que creó su propia franquicia compuesta por cuatro secuelas. A pesar de que han pasado dos décadas, sigue ofreciendo puro entretenimiento, acción trepidante y un juego del escondite fascinante. Todo comienza cuando un grupo de pescadores italianos recoge del Mediterráneo el cuerpo de un hombre que tiene dos balas en la espalda pero sigue con vida. Cuando el hombre se recupera se sorprende al descubrir que ha perdido la memoria.
Ya recuperado, desembarca en Marsella y se dirige a Zurich, puesto que un implante en la cadera le da el número de una cuenta bancaria suiza. En un casillero encuentra numerosos pasaportes falsos, fajos de dinero y una pistola. ¿Qué significa todo eso? Así comienza la saga Bourne, en la que Jason Bourne (Matt Damon) es un agente de élite altamente capacitado para matar que forma parte del programa Treadstone de la CIA.
El caso Bourne está disponible en HBO Max.