En los 80, la industria del cine -y el mundo en general- no tenía tanto cuidado como el que tenemos hoy en día. Los rodajes podían carecer de medidas de seguridad, podían poner en peligro a sus actores y los límites morales daban más cancha a los creadores. En otras palabras, una película como El lago azul, que presenta a dos primos menores de edad en una isla desierta semidesnudos y sin las reglas sociales, fue posible en los 80 pero hoy no podría haber visto la luz.
Es algo que han reconocido los propios actores, Brooke Shields y Christopher Atkins, que en un reciente capítulo del podcast Now What? With Brooke Shields, han reconocido que "nunca jamás va a haber una película realizada así". En el proceso hubo animales heridos, la joven actriz de 14 años tuvo que rodar con neumonía y la trama de amor entre los dos personajes se acerca peligrosamente a la pedofilia. Hoy sería un auténtico escándalo, pero en 1980, año en que se estrenó, se convirtió en la 9ª película más taquillera del año y estuvo nominada a un Oscar a Mejor fotografía y a un Globo de Oro a Mejor joven estrella del año por el trabajo de Atkins.
40 años después, los actores se han reunido para desvelar todo lo que hoy sería debatido. Para empezar, la desnudez. Este era un aspecto fundamental en la película y el director Randal Kleiser les ordenó estar completamente bronceados, sin partes blancas. Esto lo consiguieron construyendo una especie de choza sin techo donde podían acostarse desnudos sin que nadie les viera. Y, aunque tuvieron cuidado con esta parte, hubo otros momentos del rodaje en los que Shields estaba incómoda.
Había escenas en las que estaba desnudo contigo, si recuerdas, tirándome por ese tobogán y cosas así", dijo Christopher. "Y eso fue un poco incómodo, pero fue divertido para mí porque llegados a ese punto, simplemente lo hacía. Pero tu reacción fue, 'Ugh, oh dios'
Shields admite que nunca había visto un culo ajeno en su vida y no quería que el de su compañero fuese el primero. La producción no tenía problemas en mostrar traseros, pero tuvo mucho cuidado para que no se viese ningún pezón. "¿Recuerdas las almohadillas llenas de baches?" aseguró la actriz, “Me pegaban estas cositas de color carne en los pezones porque, evidentemente, en los pezones era donde trazaban el límite en esta película”.
Eso sí, siempre que el personaje de Shields, Emmeline, tenía que aparecer desnuda, producción recurría a Kathy Troutt, la coordinadora de escenas de acción de 32 años. Detrás de las cámaras hubo pudor -menos mal-, aunque en la película no se nota la diferencia, lo que puede ser moralmente cuestionado.
¿Romance entre una de 14 y otro de 18? ¡Mejor!
¿Has escuchado alguna vez eso de que juegan con las relaciones amorosas de los actores para la promoción de sus películas? Pues intentaron hacer algo así con El lago azul, lo que añade una capa más de incomodidad a la producción. Shields recuerda cómo los productores quisieron que los protagonistas tuvieran un romance detrás de las cámaras, algo que ella encontró muy extraño, dado que los cuatro años de diferencia que se llevaban "era todo un mundo".
Querían desesperadamente que nos enamorásemos el uno del otro. No reaccioné bien cuando me forzaron a sentir algo. Ni siquiera había besado a nadie a esa edad
Al parecer, todos estaban en el ajo, e incluso la madre de Shields, Teri, intentó que se acercaran. Atkins recuerda que la madre le invitó a pasar unos días en la casa familiar para que pudieran conocerse bien antes de empezar el rodaje. "Ella quería que dejaras los caballos y que te lanzaras a por los chicos", confiesa él ante la sorpresa de la actriz, "Por el bien de la película, quería que estuviéramos más juntos, ya fuese como hermano y hermana o como historia de amor".
En la mente de los productores, esto habría ayudado a la química entre Emmeline (Shields) y Richard (Atkins), los dos primos que quedan abandonados en una isla desierta tras un accidente. Son niños cuando llegan ahí, pero, seis años después, ya adolescentes, la pubertad empieza a asomar y les lleva a desarrollar una relación amorosa, con todo lo que ello conlleva.
Heridas infectadas durante meses
Además de toda esta trama amorosa entre los menores, El lago azul también fue todo un reto físico. Rodaron en una isla de Fiji llamada Nanuya Levu, en la que vivieron de la manera más salvaje posible. Tenían que trepar por los cocoteros, correr sobre el coral -algo que ningún ecologista permitiría-, enfrentarse a mordeduras de insectos, plagas de ratas, infecciones... "Las fiebres y todo lo que tuvimos... La gente no conoce nada de eso. No es fácil", asegura Atkins.
Cualquier tipo de corte que tuvieras, si te metías en el agua, te entraban pedacitos de coral en el corte y se infectaba y ulceraba por completo. Ray [Brown] tuvo un agujero verde en la parte posterior de la pantorilla durante unos tres meses
La protagonista compara el rodaje con el Salvaje Oeste porque estaban expuestos a todo tipo de enfermedades, incluyendo la neumonía que ella misma cogió y que le obligó a rodar la escena del parto con dificultades respiratorias. Al menos esto la ayudó a grabar mejor la escena.
Como decimos, El lago azul fue todo un éxito tras su estreno en 1980. Adaptación de la novela de mismo nombre de Henry De Vere Stacpoole, la cinta llegó a tener una secuela en la que Richard y Emmeline habían muerto y su hijo era rescatado. En 2011, Lifetime hizo su propia versión titulada Blue Lagoon: The Awakening. Esta última presentaba a los protagonistas con algo más de ropa y los situaba en una época moderna, evitando los detalles más perturbadores como el embarazo y posterior parto.