El segundo día de la 26ª edición del Festival de Cine de Málaga, la Sección Oficial ha comenzado por todo lo alto con la proyección de Matria, la opera prima del director Álvaro Gago que se presentó hace unas semanas en la Berlinale, seguida de Tregua(s), la cinta protagonizada por Salva Reina y Bruna Cusí.
Matria ha dado el pistoletazo de salida de la segunda jornada del certamen de la Sección Oficial, y no lo podía hacer de una forma más potente que con el primer filme dirigido por Álvaro Gago, quien cinco años después quita el polvo a su cortometraje homónimo para transformarlo en largometraje. En esta ocasión, la película da un paso más en la mirada de Ramona, la protagonista de esta cinta y que es interpretada por una increíble María Vázquez, que no se detiene ante lo insólito ni le da miedo salir de su zona de confort.
La cinta sigue a Ramona, una mujer de mediana edad gallega que trata de luchar contra la precariedad laboral de su pueblo, lidiar con una pareja que hace mucho dejó de serlo e inmiscuirse todo lo posible en la vida de su hija para no fijarse en la suya propia. Toda la película es Ramona, desde que empieza hasta que acaba.
Su manera de hablar, de relacionarse, de pensar e incluso de echarlo todo a perder por su genio. Un mal genio que le cuesta más de un disgusto y algún que otro golpe de realidad. En este caso, la esencia de Francisca Iglesias, la cuidadora del abuelo de Galo y la mujer en la que se basa esta historia, sigue estando más presente incluso que en el corto.
Gago no trata de querer inventar algo nuevo y dar lecciones de moral al espectador. Con Matría, consigue desmontar una ideal femenino del matriarcado, sobre todo gallego, pero que hace que se imposible no sentirlo tuyo seas de donde seas, y evidenciar a gritos un patriarcado en la sombra que sigue dando coletazos de una forma abrupta y rotunda.
Matria es un recordatorio de una realidad que no está muy lejos, que aún sigue instalada en miles de hogares y que Gago con su cámara save plasmarlo de una manera muy clara y concisa, como si te estuvieses asomando por un pequeño agujero a la casa de Ramona o fueses de copiloto en su coche. Un cine que emociona, pero que también te deja la sensación de confusión con un pequeño atisbo de esperanza agridulce.
TREGUA(S)
De una opera prima pasamos a otra (que este el certamen viene con muchas propuestas). Tregua(s) está dirigido por Mario Hernández, quien ha contado con Salva Reina y Bruna Cusí para ser sus dos piezas de ajedrez en el tablón del poliamor, las infidelidades, las relaciones tóxicas y los celos.
La cinta narra la historia de Ara y Edu, actriz y guionista, dos amantes que desde hace una década mantienen encuentros a lo largo de su vida sin dejar de perder el contacto. Ambos tienen pareja y vidas separadas, pero a pesar de ello y del tiempo que les separa lo que sienten el uno por el otro no ha cambiado. Sin embargo, un cambio en los acontecimientos crea una pequeña grieta por donde comienzan a entrar los celos.
Como si fuera un baile entre Cusí y Reina, la cinta se va reproduciendo al compás de la coreografía de ambos intérpretes que pasan de puntillas por algunos temas como la culpabilidad. Sin embargo, en otros temas como el poliamor, los celos y las infidelidades consigue escarbar más, a base de esfuerzo y sentimientos encontrados entre los protagonistas.
Cuesta encontrar títulos que de verdad profundicen este tipo de temas, más allá de querer convertirlos en comedias o disparatados dramas sin ningún tipo de puerto al que llegar. En esta ocasión Hernández tampoco sienta las bases de qué es ser infiel y qué es ser poliamoroso, pero si mediante la situación de Ara y Edu deja entreveer qué es lo que sucede y da rienda suelta a que el espectador saque sus propias conclusiones.
MATAR CANGREJOS
Una de las grandes sorpresas de la jornada ha llegado con Matar cangrejos, el primer largo de ficción de Omar Al Abdul Razzak, con dos documentales a sus espaldas y dos cortos. El filme ha sido el encargado de abrir hoy la sección Zonazine.
El director narra la historia de una familia de Tenerife paralela a la llegada de Michael Jackson a la isla en 1993, después de que cancelase su visita a Sevilla. Sin embargo, aquí, más allá de esperar ver una recreación de como el rey del pop llegaba a tierras canarias, el espectador se encuentra con una dosis de nostalgia de los año 90 bastante intensa.
Walkman, las tardes con los amigos haciendo nada más que observar tu alrededor y sin una pantalla que te cubra la realidad que tienes delante de tu cara, o esos pequeños zumos cargados de colorante que vendían en forma de cantimplora (si eres de los 90 sabes a lo que me refiero).
Matar cangrejos es un oda a Tenerife, a su cultura, sus tradiciones, su folclore y su gente. Simplemente trata de mostrar el día a día de una madre soltera con dos hijos, que consiguen cautivarte desde el minuto uno de metraje y verte reflejado en situaciones tan mundanas que jamás imaginarías que viéndola en la pantalla grande cobrasen tanto sentido.
Eso es lo que consigue Razzak, dar sentido a una infancia, a una adolescencia y también una etapa adulta que no siempre es idílica ni perfecta, y mucho menos cumple con las expectativas que hubiésemos querido cumplir en algún momento de nuestras vidas.