El cuarto día de la 26ª edición del Festival de Cine de Málaga ha vuelto cubrirse de espíritu gallego, en esta ocasión con la cinta Sica, firmado por la cineasta Carla Subirana. El título se ha presentado en la Sección Oficial después del caluroso recibimiento que obtuvo hace unas semanas en el Festival de Cine de Berlín.
Además, fuera de concurso se ha proyectado De Caperucita a loba, la adaptación cinematográfica del monólogo escrito y protagonizado por Marta González de Vega, quien también se encarga de hacerlo en la película, esta vez, bajo las órdenes de Chus Gutiérrez, directora del filme.
SICA
Este año, la Sección Oficial del certamen bebe en su mayoría de obras primas, y hoy ha sido el turno de Carla Subirana, que aunque lleva años haciendo documentales, este es su primer título de ficción con una gran visión documental que se siente en muchos de los detalles que te vas encontrando a cada instante en el filme.
La cinta siga a Sica, una joven que ha perdido a su padre en un naugrafio en aguas gallegas y no pierde la esperanza de que la marea le devuelva su cuerpo. Aunque no haya nada que le garantice que eso vaya a suceder, sumado a la derrota de su madre y un hostil entorno, la protagonista no cesará en su empeño de llegar hasta el fondo del asunto de la muerte de su padre.
De una manera casi ancestral, Subirana sabe cómo captar el sentimiento de la naturaleza y convertirlo en el símil del descubrimiento interior de Sica, interpretada por la debutante Thais García Blanco, que tiene una mirada tan potente y determinante que cuesta creer que este sea su debut delante de las cámaras. Con un reparto joven y primerizo, el título no pierde fuerza sino que lo enriquece. La presencia de Núria Prims, la madre de Sica en la cinta, no busca soportar el peso de la trama sino fundirse en las palabras de Thais, y hacer que se cree un equilibrio que alivia.
Subirana retoma en esta cinta algunos temas que ya mostró en su documental Nadar, en 2008, como la relación madre hija o la ausencia paterna. En Sica los posa en el personaje principal que, a modo de ‘coming of age’ adolescente, trata de mostrar esa lucha interna que vive y de la que no sabe muy bien cómo saldrá ilesa. Todo ello, dejando espacio al espectador y haciendo esta búsqueda más libiana (pero no sencilla) mientras pone la cámara en la mar y en aquello que esconde en sus profundidades.
En Sica encontramos el buen hacer de la cineasta que, al igual que su protagonista, se ha sumergido de lleno en la Costa da Morte, al igual que en el conflicto de la joven, para mostrarlo al espectador de una manera que te revuelva y deje un poso en ti. No hay plano que no te transmita ese misticismo del lugar y te traslade a algo tan primario como es la conexión de una hija con una madre.
