La 26ª edición del Festival de Málaga ha llegado a su fin, y Upon Entry ha sido la encargada de cerrar una Sección Oficial que este año ha estado cargado de talento y variedad de géneros. Por otra parte, El cuco, el 'thriller dirigido por Mar Targarona Borrás, ha sido el título que ha cerrado la sección Málaga Premiere.
'Upon Entry', un juego sin pretensiones que te atrapa
La Sección Oficial del certamen en concurso lo ha cerrado la interesante opera prima de Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vásquez, que co-dirigen el filme protagonizado por Alberto Ammann y Bruna Cusí.
La cinta sigue a Diego, urbanista venezolano, y Elena, bailarina contemporánea. Ambos son pareja y viven en Barcelona, hasta que un día deciden mudarse a Estados Unidos con sus visados aprobados para probar suerte profesionalmente y empezar una nueva vida al otro lado del charco. Sin embargo, cuando llegan al aeropuerto de Newark donde hace conexión su siguiente vuelo a Miami, la situación se complica para ambos.
Los directos se han servido únicamente de una sala de espera y un pequeño cuarto para desarrollar toda la trama de una hora y cuarto de metraje. Lo curioso de los espacios pequeños y únicos en una cinta es que puede salir terriblemente mal o ser todo un acierto. En el caso de Upon Entry ha sido lo segundo, claramente.
El extenuante interrogatorio por el que tienen que pasar sus protagonistas es una de las claves del guion que hace que el espectador no pueda apartar la mirada del interrogado y los agentes que les formulan las preguntas. Pero, estas preguntas, más allá de cumplir un orden rutinario van desgranando poco a poco la vida de cada uno y sobre todo, algunas verdades ocultas que ambos desconocen del otro.
Pregunta a pregunta, prueba a prueba, tú también sientes como ese cuarto se va haciendo más pequeño y compartes la sensación asfixiante que Diego y Elena están viviendo. Upon Entry es una película sin pretensiones donde demuestra que en la gran mayoría de las veces menos es más.
'El cuco': buena idea, pobre ejecución
Luces y sombras en la propuesta de Mar Targarona. Una cinta de terror que comienza con buen tino pero que se desinfla poco a poco. No estamos, ni mucho menos, ante una debutante, la cineasta conoce muy bien los ritmos del suspense. Bajo el paraguas de su productora Rodar y rodar ha impulsado la carrera de Juan Antonio Bayona y Oriol Paulo -entre otros-, ahora dos reconocidos directores españoles especializados en el terror psicológico. Pero en su nuevo largometraje como directora, El cuco, tiene tanto aciertos como fallos y al final resulta en el desaprovechamiento de una idea con mucho potencial.
Belén Cuesta y Jorge Suquet interpretan a una pareja con problemas que se preparan para la llegada de su primer hijo. Buscando un poco de tranquilidad deciden intercambiar su casa con un simpático matrimonio de jubilados que vive en la Selva Negra alemana. Pronto se darán cuenta de que no son ni tan encantadores ni tan inocentes como parecían.
Hace años, Cuesta era uno de los rostros de la comedia española, pero hace ya años que ha roto esa dinámica y ha demostrado ser una intérprete todoterreno. Lo hizo en La trinchera infinita y vuelve a repetirlo en El cuco. A su lado está Suquet, a quien en los últimos años hemos visto en Todas las veces que nos enamoramos, Las de la última fila y Amor de madre. Ahora firma esta cinta de terror con bastante acierto. El problema no está, por tanto, en sus dos protagonistas, sino en una narración que podría haber sido más sutil y menos extravagante.
Targarona presenta una premisa original y atractiva que realmente consigue llamar la atención del espectador. La cinta enseguida se mete en harina y lleva a los protagonistas a la casa en la que van a vivir su particular pesadilla. Es entonces cuando la película empieza a enganchar. Funciona la tensión que se crea en esa increíble mansión, las apariciones inesperadas, la dinámica entre la pareja y el elemento embarazo, que le aporta una dosis extra de angustia. Por un momento, parece que va a tirar de moral 'Saw' y va a dar una lección a los personajes de Cuesta y Suquet por sus malos hábitos -fumar, beber, ser infieles, egoístas...-, pero lo que cuenta es una fantasía sobrenatural que no termina de encajar. Tira por la borda ese 'hijoputismo' tan fresco de la primera parte para tomar otro camino que queda bastante tibio