El año pasado, la realizadora Ana Murugarren conseguía superar el millón de espectadores en nuestro país con su comedia García y García, una despendolada propuesta que se valía de los rostros archiconocidos de Pepe Viyuela y José Mota para atraer a espectadores con ganas de echarse unas risas y evadirse durante los cien minutos que duraba. Ahora llega a los cines El hotel de los líos en la que los espectadores volverán a tener una nueva aventura de los dos enloquecidos protagonistas.
Una propuesta para toda la familia
En la original García y García se contaba la historia de dos personas que se llaman igual, que son contratados para la misma empresa, y que son confundidos, intercambiándose los papeles. Para más inri, la empresa se trata de una aerolínea y los empleos, un consultor de aerolíneas y un experto mecánico. El resultado de la confusión, por supuesto, daba para un metraje muy alocado que echaba mano del clásico tropo de El príncipe y el mendigo.
Ahora, los dos Javier García siguen haciendo de las suyas al comprar, por error, un hotel en una subasta. Durante la celebración de la Final Nacional de Talentos, un grupo de niños, junto a su maestra y los García, intentarán vérselas con un grupo de mafiosos que quieren recuperar el tesoro que se encuentra dentro del hotel.
El cartel de El hotel de los líos no deja lugar a dudas: esta secuela hace un llamamiento directo a que las familias al completo vayan al cine, seguramente alentados por los taquillazos de la factoría de Santiago Segura. Además, en esta nueva entrega, contamos con la participación de Paz Padilla (que aparecía en A todo tren 2, producción de Segura y que aquí da vida a la profesora de los niños), una cara muy familiar entre el público español. A Mota, Viyuela y Padilla se les unen, en esta ocasión, los rostros de El Cejas, el popular cómico Ricardo Castella, Antonio Resines y Meteora Fontana, entre otros.
Este fin de semana las familias que busquen una propuesta digerible para todas las edades tienen en El hotel de los líos el estreno que esperaban. 88 minutos de pura evasión y risas, que precederán, seguramente, a la vista al restaurante en el que todos comerán juntos.