Aunque la realidad es que su debut detrás de las cámaras fue Piraña 2, James Cameron siempre considerará Terminator como su verdadera ópera prima. Y lo cierto es que, aunque la caótica producción sobre las voraces criaturas acuáticas empaña un poco su trayectoria, la inolvidable película protagonizada por Arnold Schwarzenegger fue la que le puso en el mapa como uno de los realizadores más prometedores de su época. En aquel momento no había estrenado aún ni Aliens: el regreso ni Abyss, mientras que el actor austriaco que había comenzado a despuntar con su papel de Conan el Bárbaro vio como su carrera quedaba consagrada de la mano del que sería su personaje más icónico ya durante toda la vida.
Tras el éxito de Terminator en 1984 llegaría Terminator 2: El juicio final en 1991 y, aunque Schawarzenegger siguió vinculado a la franquicia de ciencia ficción, James Cameron apostó por otros proyectos.
No obstante, realizador y actor decidieron volver a trabajar juntos en 1994, ya ambos consagrados como estrellas de Hollywood en sus respectivos campos y ante la expectación absoluta de los fans del cine de acción. Lo hicieron con Mentiras arriesgadas, un divertido filmes de acción y espías que no solo llamaba la atención por Cameron y Schawarzenegger, sino por el hecho de haberse convertido en la primera película que costaba 100 millones de dólares, algo nada habitual hace 30 años.
La película, nos presentaba al actor en la piel de un agente de la CIA que lleva 15 años ocultando su verdadero trabajo a su mujer. Helen, sin embargo, cada vez se siente más aburrida, así que acaba fijándose en un supuesto espía para darle emoción a su día a día. Jamie Lee Curtis y Tom Arnold acompañaban a Schawarzenegger como el trío protagonista.
Aceptada con los brazos abiertos por público y crítica, Mentiras arriesgadas fue un éxito en taquilla, con casi 380 millones de dólares recaudados (que en aquella época era un montón) e incluso llegando a quitarle el primer puesto en taquilla a la mismísima Forrest Gump en su primer fin de semana.
Tal fue el éxito de Mentiras arriesgadas, que Schawarzenegger y Cameron acordaron sacar adelante una secuela, de nuevo protagonizada por el actor y producida por Cameron, quien tuvo claro que primero vería el guion y luego decidiría si se encargaría él mismo de dirigirlo. Entonces era el año 1997 y James Cameron estaba completamente volcado con Titanic, así que el asunto tendría que esperar, pero también estaba garantizado el regreso de Curtis y Arnold.
Finalmente fue en 1999 cuando por fin se contrato un guionista: Jeff Eastin, quien se pondría manos a la obra de cara al rodaje de la película en 2001. Una vez completo el guion, que al final se retrasó un poco, los planes a corto plazo se fueron al traste con los atentados del 11-S que tuvieron lugar en Estados Unidos en septiembre de 2001. "Rodaremos el próximo año", comentó entonces Schwarzenegger. "Tenemos un buen guion, pero hay que hacerle algunos cambios porque incluye algún acto terrorista. Pero está prácticamente hecha. Sin embargo, en 2002, el propio Cameron seguía sin verlo claro: "El terrorismo ya no es algo que se pueda tomar a la ligera como en la primera película. Simplemente no puedo verla haciéndose realidad en el clima mundial actual".
Y así es como, tras cinco años de trabajo y un guion ya completado: Mentiras arriesgadas 2 se quedó en un cajón. "Los terroristas ya no son divertidos. Nunca lo fueron, pero estaba lo suficientemente lejos de nuestra psique como para que pudiéramos hacerlo divertido", reflexionó Curtis. "Nunca volverá a ser divertido. Creo que eso se acabó, ese tipo de humor se acabó". Y tenía razón. Poco después, Schwarzenegger se convertía en Gobernador de California, cerrando por completo cualquier posibilidad.
