Dirigida por Chuck Russell y estrenada en 2016 como una de las más esperadas películas de acción, Yo soy la venganza es uno de esos ejemplos en los que encontrarse con demasiadas piedras en el proceso de producción pueden acabar traduciéndose en el batacazo de una película. El largometraje, cuyo principal reclamo era la presencia de John Travolta en el papel protagonista, llegó a las salas tras más de cuatro años en marcha pero con grandes cambios respecto a los planes iniciales que se habían tenido para la película.
El primero de ellos su protagonista, que ni siquiera hubiera sido el actor de Grease y Pulp Fiction si el filme hubiera seguido adelante según lo planeado en un primer momento. Con Yo soy la venganza John Travolta sumaría a su filmografía una de las películas de su carrera, de hecho, mientras que su predecesor se libró de liderar el desastre. Aquel actor fue Nicolas Cage. Y lo cierto es que se salvó por los pelos.
Aunque partía como un prometedor proyecto de acción y suspense liderado por dos grandes nombres de prestigio en Hollywood, Yo soy la venganza fue objeto de retrasos y problemas varios y los perdió a todos por el camino. Por un lado a Nicolas Cage en el papel protagonista, quien declinó formar parte del proyecto cuando el comienzo del rodaje comenzó a retrasarse, pero también a William Friedkin, el legendario director de El Exorcista que en un primer momento había estado vinculado al proyecto como director.
"I Am Wrath no sigue adelante, pero no por Billy [William] Friedkin, el proyecto ha tenido otros problemas", comentó el propio Nicolas Cage en la Berlinale de 2013 con cierto pesar de ver cómo su oportunidad de trabajar con Friedkin no se materializaba. "Sabe lo importante que él es para mí. No ha funcionado con ella, por cualquier razón, pero tengo la esperanza de que alguna vez ocurrirá". Aunque no se revelaron los problemas que impidieron que Yo soy la venganza saliese adelante tal y como estaba previsto, sí quedó claro que Cage estaba encantado con la idea inicialmente.
Dos años después de haberse quedado en el tintero, el proyecto resucitó: en 2015 se anunció que John Travolta encarnaría el papel de Cage, un hombre normal y corriente que presencia como su esposa es asesinada de forma violenta y que a partir de ese momento busca venganza, mientras que el rol de director fue a parar a manos de Chuck Russell (El rey escorpión, Eraser, La máscara). Con el nuevo equipo ya cerrado, la producción pudo despegar y llegar a las salas de cine en 2016, en las que protagonizó un sonado fracaso.
Por un lado por la irrisoria recaudación en taquilla, que apenas superó los 6.000 dólares frente a los 18 millones de presupuesto que había costado. La notable falta de interés en la cinta rápidamente la empujó de la cartelera y, finalmente, fue su lanzamiento en DVD lo que le permitió alcanzar los dos millones de dólares recaudados. Diez veces menos de lo invertido.
Por otro lado, a nivel de crítica no le fue mucho mejor. Yo soy la venganza tiene un desastroso 11% de aprobados por parte de la crítica especializada, que la despellejó sin piedad. En definitiva, uno de los peores trabajos de Travolta que ha caído merecidamente en el olvido.