Terminator es una de las franquicias de ciencia ficción más míticas de todos los tiempos y, para muchos, una de esas que marcaron su infancia. Sin embargo, su recorrido a lo largo de los años, desde que James Cameron dirigiese a Arnold Schwarzenegger por primera vez en la primera película de la saga en 1984, ha sido bastante irregular.
Considerada por el aclamado cineasta como su ópera prima -lo cierto es que su primer título como director fue Piraña II-, Terminator fue un auténtico éxito en taquilla que capaz de multiplicar por 10 su presupuesto, que dio lugar a una franquicia bastante potente que no solo estuvo formada por películas, sino por series, videojuegos y otros productos de entretenimiento que hicieron de ella una auténtica insignia para varias generaciones. Su historia ambientada en un futuro cercano en el que las maquinas había tomado el control con el objetivo de terminar con la humanidad caló por completo en el público y, a día de hoy, aunque sus últimas secuelas no se las han apañado para mantener el listón, la saga tiene el honor de formar parte de la cultura popular en todo el mundo.
Si la primera película de Terminator fue un éxito y consolidó las carreras tanto de James Cameron como de Schwarzenegger, la segunda, que volvió a contar con el dúo estrella, directamente lo reventó. Terminator: El juicio final (1991) quintuplicó su presupuesto de 100 millones de dólares, que en su día había hecho de ella la película más cara jamás realizada hasta la fecha. Los planes de una tercera secuela se pusieron sobre la mesa rápidamente, pero el asunto tardaría más de una de´cada en despegar y finalmente Terminator 3 se desarrollaría en un escenario muy diferente al inicial. El estudio que poseía los derechos fue a la bancarrota y finalmente fueron a parar a unos dueños que no convencían nada a Cameron, que ya entonces se planteó comprarlos, pero que finalmente decidió desvincularse del todo.
Con Schwarzenegger en la ecuación, Terminator 3: La rebelión de las máquinas (2003) logró ser un éxito en taquilla y ser bien recibida por la crítica, así como allanar el camino para una cuarta película que ya no contaría con el austriaco en el papel principal, Terminator Salvation (2009) que claramente dio muestras de que la franquicia estaba en tiempo de descuento.
No obstante, en 2015 se estrenaría una quinta película, Terminator: Génesis, que volvió a experimentar problemas de derechos pero que planteaba un proyecto mucho más ambicioso: al contrario que las anteriores, la película, de nuevo con Schwarzenegger como Terminator y con la actriz de Juego de Tronos Emilia Clarke, como Sarah Connor, la película reiniciaría la franquicia y sería la primera de una nueva historia con grandes planes de futuro. Sin embargo las cosas no salieron según lo esperado.
Solo China salvó la franquicia (y trajo de vuelta a James Cameron)
La película no solo quedó muy por detrás de sus principales competidoras -que eran nada más y nada menos que Jurassic World y Del Revés- en su primera semana, sino que su recuadación en Estados Unidos fue realmente decepcionante: apenas 90 millones de dólares frente al presupuesto de 155 millones invertidos.
Sin embargo, las cifras finales de Terminator: Génesis finalmente fueron muy diferentes gracias a la performace de la película en el resto del mundo y, más especialmente, en China.
Mientras los americanos parecían haber perdido por completo el interés por el personaje más icónico de Arnold Schwarzenegger, los espectadores chinos fueron la muestra de que seguía generando pasión. La película recaudó 112.8 millones en el país asiático -también es cierto que siendo estrenada justo después del periodo en el que se prohibió el lanzamiento general de películas no chinas- y consiguió no solo revitalizar el resultado final de la película, sino ser objeto de una nueva secuela.
Y no según los planes que tenían pensados, sino algo mucho mejor: James Cameron recuperó los derechos de sus películas y regresó a los mandos, aunque productor ejecutivo y guionista y no como director en esta ocasión, para desarrollar la secuela directa de Terminator II que ya intentó en su día. El resultado fue Terminator: Destino Oscuro, se estrenó en 2019, y no obtuvo grandes datos ni de taquilla ni de crítica, lo que igualmente frustró sus planes de futuro. Pero le brindó a Cameron la oportunidad de quitarse una espinita.