Después de que Transformers recaudara 709 millones alrededor del mundo, estaba cantado que iba a haber una secuela pronto. ¡Y eso que la franquicia de juguetes que originalmente querían adaptar a lo grande era G.I.Joe! De hecho, al principio solo Steven Spielberg confiaba en ella: Michael Bay opinaba que era “una película idiota de juguetes”. Pero tan idiota no sería cuando acabó dirigiendo 5 partes, ¿no?
Arturito, no te vueles
Transformers: la venganza de los caídos continuó donde lo dejaba la película anterior y el resultado fue aún más espectacular en taquilla: 836 millones. Y entre la maraña de tuercas y motores (no pudieron meter a los Dinobots porque no encontraron justificación: lo harían en la cuarta parte) había un pequeño robot proveniente de una galaxia muy, muy lejana que aparecía durante un segundo.
Fue Scott Farrar, supervisor de efectos visuales, el que dio la voz de alarma: “Hay un R2-D2 volando por ahí en algún sitio. Hay un poco de basura espacial por ahí, a ver si le encontráis. Es una escena que transcurre en el desierto”. Y efectivamente, basta con aguzar el oído para ver al droide de Star Wars paseándose por una franquicia que no es la suya, como Pedro por su casa.
Industrial Light & Magic acostumbra a meter a R2 en las cintas que hace a modo de premio para el espectador más entregado: estuvo en Star Trek, Star trek: en la oscuridad, Encuentros en la tercera fase, En busca del arca perdida, Los Goonies, Misión Imposible III y Super 8. Y las que quedan: que los billetes le acompañen.