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    La película de fantasía que quiso beneficiarse de la fiebre por 'El Señor de los Anillos' y metió la pata: cayó en el olvido, pero ahora es de culto
    Alicia P. Ferreirós
    Amante de las series y gran aficionada al terror, la ciencia ficción, la crónica negra y el ‘true crime’.

    Había puntos de vista muy diferentes respecto a lo que se pretendía que fuera pero no era y que le pusieron mucho más difícil cumplir con las expectativas.

    Basada en una famosa obra de uno de los autores de fantasía y ciencia ficción más queridos y admirados por los amantes del géneros, la adaptación cinematográfica de Stardust de Neil Gaiman tenía grandes papeletas para convertirse en una de las grandes películas de su año, 2007, e incluso de la primera década de los 2000 en general, pero se quedó con las ganas. De hecho, en los planes de su director, Matthew Vaughn, que venía de dirigir su primera película, Crimen organizado, había planeado hacer una secuela que finalmente no pudo salir adelante.

    Las críticas de Stardust no fueron malas en absoluto, sino todo lo contrario. Adaptación de una novela que ya de por sí no era muy del estilo de Gaiman aunque la firmase él, la película contaba la historia de Tristán (Charlie Cox), un joven enamorado al que la mujer que anhela, Victoria (Sienna Miller) le ha prometido que se casará con él si consigue hacerse con la estrella que han visto caer del cielo en una noche de verano. Para conseguirlo, Tristán tiene que atravesar un portal mágico que le lleva a otro mundo en el que encontrará la estrella, pero convertida en una mujer que se llama Yvaine (Claire Danes) y que más personas, incluyendo una malvada bruja a la que interpreta Michelle Pfeiffer, un pirata (Robert De Niro) y un comerciante (Ricky Gervais), anhelan poseer para sus beneficios personales.

    Stardust
    Stardust
    Fecha de estreno 26 de octubre de 2007 | 2h 07min
    Dirigida por Matthew Vaughn
    Con Charlie Cox, Claire Danes, Robert De Niro
    Medios
    3,6
    Usuarios
    3,4
    Sensacine
    1,5

    Con un 77% de valoraciones positivas por parte de la crítica y un 86% del público en redes sociales, no hay duda de que la película de fantasía fue recibida con los brazos abiertos y, curiosamente, sorprendió a sus propios productores con su capacidad de cautivar a un target mayor del que habían previsto en un mayor momento. La película resultó ser mucho más que un cuento de hadas y fue considerada como una cautivadora película de aventuras con elementos mágicos y brillantes interpretaciones absolutamente digna de aplauso.

    Sacarla adelante, no obstante, no fue nada fácil. En 1998 Gaiman había vendido los derechos a Miramax, pero, insatisfecho con su desarrollo, la venta de derechos expiró y el autor los recuperó inmediatamente con bastante recelo respecto a venderlos de nuevo. Finalmente, tras conversaciones con los directores Terry Gilliam -quien finalmente no quiso vincularse- y el productor Matthew Vaughn, Stardust comenzó a ser una realidad en 2005 de la mano de este último y con la entrada en escena de Paramount Pictures, lo que les permitió contar con un presupuesto estupendo.

    Así, Stardust costó unos 80 millones de dólares y pudo contar con Jane Goldman como guionista y con un elenco de actores de bastante nivel, aunque por entonces, su protagonista, Charlie Cox mucho antes de Daredevil, era una cara bastante nueva.

    Con una recaudación de 135 millones de dólares, Stardust se quedó un poco por detrás de lo esperado y, aunque no fue un fracaso, no tuvo el éxito comercial que se había esperado de ella. De hecho, la película no es especialmente recordada, o al menos mucho menos de lo que debería. No obstante, también es uno de esos recuerdos que nos encanta desbloquear y, con el paso del tiempo, se ha convertido en una cinta de culto que, para la sorpresa de Charlie Cox, a menudo le recuerdan a su protagonista cuando se encuentra con sus seguidores por la calle.

    Desafortunadamente, debido a su coste y a no haber sido lo suficientemente exitosa a nivel económico, los planes de secuela se quedaron en sueños y nunca llegaron a hacerse realidad. Según diría su productor con el tiempo, una de las meteduras de pata de la película tuvo que ver con su promoción, puesto que fue planteada como una especie de El Señor de los Anillos, que entonces venía de haber triunfado con la trilogía de Peter Jackson en los primeros 2000, cuando en el equipo nunca nunca habían pensado en la obra de Tolkien, sino en algo mucho más cercano a La Princesa Prometida, con la que sí guarda muchas semejanzas.

    En definitiva, una cuestión de puntos de vista muy diferentes respecto a lo que se pretendía que fuera pero no era y que le pusieron mucho más difícil cumplir con las expectativas.

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