Rodar una película no es sencillo nunca, y menos aún cuando tienes en tus manos la responsabilidad de continuar con una saga tan querida (en su momento, al menos) como Harry Potter. Por suerte, El Prisionero de Azkaban gustó a todo el mundo y supuso la única entrada de Alfonso Cuarón en una franquicia, convirtiéndola en una rareza fabulosa. El mexicano, que venía de Y tu mamá también, dio tal viraje a su carrera en 2004 que, entre la sorpresa general por la calidad que llevó a esta tercera entrega, nadie se fijó en un error tremebundo.
Petrificus totalus
Este gazapo lo podéis ver no una, ¡sino dos veces a lo largo de la cinta! Y es que, como bien sabéis, para que a los actores se les escuche tienen que estar bien microfonados. Normalmente esos micros se esconden perfectamente y la batería de los mismos se mete en los pantalones o en un falso fondo. Sin embargo, en Harry Potter y el Prisionero de Azkaban las dejaron en la espalda de Emma Watson y Daniel Radcliffe… y el resultado es este.
Cuando Hermione y Harry vuelven atrás en el tiempo y se ocultan de Draco, la batería es absolutamente visible, sin ningún lugar a dudas. Si quieres creer en la magia, puedes pensar que es un Bultus Absolutus o un hechizo similar, pero lo cierto es que hay que echarle imaginación: probablemente el caos en la sala de montaje tuvo que ser épico en cuanto se dieron cuenta.
Este error no impidió que la película fuera una de las mejor valoradas de la saga y recaudara 797 millones de dólares en todo el mundo, logrando además la nominación para dos premios Óscar. Vamos, que al final, errores mediante, supieron hacer un solo alucinante de "batería".