En los primeros años de los 2000 y hasta mediados de la década pasada fuimos mucho de obsesionarnos, empezando por Crepúsculo, el famoso romance entre una adolescente y un hombre de 121 años, y Robert Pattinson y terminando por vivir enchufados cada tarde a Sé lo que hicisteis...
Sin embargo, no solo los simples mortales sufríamos de esto, sino que también las grandes estrellas del espectáculo caían en ello. Natalie Portman, protagonista junto a Kit Harington de una película que prometía ser la gran obra maestra de su director pero que fracasó, llegó a Madrid para rodar Los fantasmas de Goya, hizo parada en la calle Fuencarral y arrasó con la camiseta London de Kling. En concreto se llevó 45 unidades de este modelo que más tarde replicó una gran cadena de "retail".
Corría el 2004 cuando el argentino Papo Kling fundó la marca de moda del mismo nombre tras comenzar vendiendo las prendas en el mercado de la céntrica calle de Madrid. Sus diseños ni siquiera llevaban etiqueta por aquel entonces, pero cuando otras tiendas ya asentadas comenzaron a pedirle "stock" se vio obligado a incluirlas. Si nos quedamos en el terreno patrio, era habitual ver a Anne Igartiburu, Eva Amaral o Bebe vistiendo las prendas de la firma.
Kling se convirtió en el reflejo de la estética "indie" española con un estilo ingenuo, infantil casi, colorido, popero y con un punto "british". Sus artículos estaban por todas partes, llegó a tener 600 puntos de ventas y poco a poco pasó a ser la marca de referencia de toda aquella que aspiraba a ser una modernita.
Papo Kling encontró en la cantante Russian Red, que lleva por nombre un labial de MAC, el colmo de lo "cool" en aquel entonces, a su mejor embajadora. Lourdes Hernández González, su nombre real, se encontraba también en el punto álgido de su carrera, ¡y encima cantaba en inglés! Para más inri, había ido a El Hormiguero y había soltado que votaba al PP, ¡una artista votando a la derecha!, ¿qué iba a ser lo próximo? ¡Y aún así cómo molaba!
Otra de las caras conocidas que vestía habitualmente de Kling era Patricia Conde, la presentadora de uno de los formatos más atractivos que había entonces en antena, el programa de humor que menciono al principio que se emitía en La Sexta, Sé lo que hicisteis... Cada vez que la presentadora lucía algo de la marca en pantalla las ventas de la prenda escogida se multiplicaban. Lo de las "influencers".
Kling llegó a facturar quince millones de euros anuales en un sector tan competitivo como el de la moda, teniendo de frente al gigante Inditex que cubre prácticamente todos los rangos de edad, precios y estilos. Sin embargo, hubo un momento en que todo comenzó a torcerse. Fue a mediados de los 2010s, cuando el modelo de consumo empezó a cambiar y en un intento por encauzar el negocio, la marca terminó perdiendo su esencia.
Tras varios intentos por salvarla y reflotarla, porque seguía teniendo algunos puntos de ventas y tienda "online", todo comenzó a diluirse y en septiembre de 2022, tras llevar su fundador varios años fuera del negocio, actualmente regenta un par de negocios de hostelería en Lavapiés, el barrio que lo vio nacer como empresario, anunciaron a través de Instagram el cese temporal de una firma que lo fue todo.