Víctor Erice vuelve al cine 30 años después. El director ha pasado a la historia del cine español tan solo con tres películas: El espíritu de la colmena (1973), El sur (1983) y El sol del membrillo (1992). Una filmografía cortísima que ha sido más que suficiente para convertirle en genio del séptimo arte. En la 76ª edición del Festival de Cannes presenta la que, probablemente, será su última película: Cerrar los ojos. Se merecía, por tanto, una crónica para él solo.
Antes de entrar a hablar de la película, Alejandro G. Calvo quiere dejar una cosa clara: todo lo que se ha dicho acerca de Cerrar los ojos es completamente mentira. Durante meses, se ha comentado que la nueva cinta del director era mala, entre muchas otras cosas: que si el reparto estaba muy enfadado, que si Erice no ha ido a Cannes por lo mala que es, que si el festival no ha querido meterla en la Sección Oficial... Para G. Calvo todo esto es mentira.
Es el gran director de cine español de la historia, junto con Luis Buñuel. La carrera de Víctor Erice es muy corta, pero todo son obras maestras a la altura de Andréi Tarkovski. No entiendo por qué toda esta rumorología porque es la mejor película que he visto en Cannes. Es una maravilla.
Aclarado entonces este punto, vamos con otra polémica en torno al estreno de Cerrar los ojos en el certamen. Víctor Erice no ha acudido al festival, pero ha escrito una carta explicando los motivos por los que no ha acudido y todo se reduce a que la organización de Cannes no se comunicó con él para explicarle que su película no estaba en la Sección Oficial. Erice se enteró por la rueda de prensa, se molestó y decidió no pasearse por la ciudad francesa.
Víctor Erice ha cumplido ya 82 años -a punto de los 83- y Cerrar los ojos es, muy probablemente, su despedida del cine. En otras palabras, no se merecía que su última película haya sido recibida en mitad de esta controversia. "Es una vergüenza y más porque la película es una maravilla", zanja G. Calvo.
El milagro de Víctor Erice
En Cerrar los ojos nos encontramos con un director que lleva 30 años sin dirigir una película porque, durante su segunda producción, el protagonista -y amigo suyo- desapareció sin dejar rastro. Con esta trama central, Erice presenta "una carta de amor brutal al cine" donde exorciza sus decepciones pasadas -el fracasado proyecto de la adaptación de El embrujo de Shanghai-.
"Es un relato crepuscular donde hay una potente reflexión sobre lo que significa la existencia humana tejida a través de las relaciones que hemos mantenido a lo largo de nuestra vida con distintos seres queridos y, por supuesto, con la desaparición de esos seres queridos", cuenta el crítico y 'publisher' de SensaCine, "la película es profundamente emocionante, con momentos de una belleza desgarradora".
Con este milagro cinematográfico, Alejandro G. Calvo se despide hasta otro año del Festival de Cannes.