Nicolas Bedos siempre ha buscado en su propia historia para hacer películas. Se inspiró en sus padres para su debut en la dirección Señor y señora Adelman (2017). También exploró su vida cuando se colocó detrás de las cámaras en La Belle Époque (2019). Y, como no sabe hacerlo de otra forma, ha hecho lo mismo para su último largometraje.
El 'thriller' Los amantes del engaño llega a los cines el 16 de junio después de su paso por el Festival de Cine de Cannes. Para ella, Bedos ha viajado a su juventud a la deriva por la Costa Azul. "Yo también tuve una época en mi juventud en la que me sentía un poco perdido, un poco herido, depresivo… Tenía 21, 22 años y estaba por ahí dando vueltas, también por la Costa Azul. Vi muchas cosas y me pareció interesante plasmarlas en esta película. Es una época un poco traumática", cuenta el cineasta en SensaCine.
Los amantes del engaño sigue a Adrien (Pierre Niney), un bailarín que tuvo que dejar su carrera por una lesión. Desde entonces, su vida no ha sido fácil y trabaja como prostituto en casa de una actriz en la Costa Azul. En una fiesta conoce a Margot (Marine Vacth), una estafadora. Juntos traman un plan para timar a un hombre y escapar de su situación actual.
Bedos cuenta que Los amantes del engaño ha sido un rodaje muy difícil. "Los personajes, todos, me demandaban mucho, me exigían mucho. Tenía que acompañarlos continuamente", recuerda. El lugar elegido para la producción, además, tampoco puso las cosas fáciles. "Estábamos luchando todos los días porque caía el sol y se hacía de noche, por el clima, porque necesitaba muchos figurantes, porque estábamos rodando en Niza, en el paseo de los ingleses, en pleno verano, que hay muchos turistas y teníamos que bloquearlo", añade. "En fin, fueron tres meses y medio de mi vida con muchísima presión que casi deriva hacia lo angustioso".
Tengo entendido que esta historia comenzó como una novela. ¿Cuándo decidió convertirla en una película?
Nicolas Bedos: De hecho, es la segunda vez que me pasa porque en la película anterior, La Belle Époque, también la empecé como una novela. Luego me encuentro perdido. Lo que me aporta, sobre todo, el empezar como novela, es que trabajo mucho más a los personajes que si empezara a escribir un guion directamente. Al escribir una novela entras más en la parte psicológica de los personajes. Los trabajas mucho más. Por eso me salen estas historias tan ricas.
¿Qué te inspiró para escribir esta historia?
N.B.: Me he inspirado en memorias mías, recuerdos de mi juventud. Yo también tuve una época en mi juventud en la que me sentía un poco perdido, un poco herido, depresivo… Tenía 21, 22 años y estaba por ahí dando vueltas, también por la Costa Azul. Vi muchas cosas y me pareció interesante plasmarlas en esta película. Es una época un poco traumática. Un trauma que me parece algo interesante, novelesco. Me recordaba a ciertas novelas de Scott Fitzgerald y me pareció que estos recuerdos personales podía utilizarlos para esta película negra que describe un poco la época actual. Una época de guerra entre hombres y mujeres, entre generaciones. Una época en la que, sin duda alguna, vivimos en conflicto.
¿Los personajes protagonistas están inspirados en gente que conociste en esa época?
N.B.: Sí. Todos.
El personaje de Pierre Niney está basado en ti. ¿Te pidió consejo a la hora de interpretarlo?
N.B.: Sí. Siendo Pierre una persona que ha tenido una vida mucho más saludable, mucho más sana que yo; es un amigo que, además, nos conocimos en esta época que te cuento de deriva total y absoluta. Pierre pasó mucho tiempo conmigo y se inspiró mucho en mí. Me miraba, me observaba cuando fumaba, cuando bebía... Es paradójico porque, muchas veces, quieres inspirarte de las personas con más luz, pero él se inspiró de esta parte oscura mía.
Al ser una película tan personal, ¿como director te ha costado mostrar esa parte vulnerable?
N.B.: No. Quizá sea algo atípico, es lo que yo llamo “mi autoficción”. Mi primera película, Señor y señora Adelman, también estaba inspirada en mi pasado, en mi vida personal y en mis padres. La segunda, La Belle Époque, también está inspirada en mi vida y en ciertos adultos que he ido conociendo en mi recorrido vital y ciertos adultos y personas que he querido y amado. A mí lo que me interesa es eso, trabajar lo que podríamos llamar "materiales impúdicos", porque no sabría hacerlo de otra manera. Si no me desvelo hacia las personas que están más cerca de mí, si no me pongo, más o menos, en peligro; no podría hacerlo. No podría entender pasar dos o tres años en un proyecto si no es algo que me llegue verdaderamente al corazón y que me arañe las entrañas.
Los amantes del engaño empieza como una comedia, pero se transforma en un 'thriller'. ¿Fue un reto conseguir esa transición?
N.B.: No sé si funciona o no, pero te puedo decir que el guion era más equilibrado, pero luego, cuando te pones a hacer una película, va dictando su propia ley en el plató, luego con el montaje... Es verdad que el guión era más ligero, incluso más satírico, pero luego, al ir haciendo la película, los personajes van cayendo en esta trampa que hace que la comedia se vaya volviendo más violenta. Es un poco como una pareja: cuando empieza una historia de amor todo es alegría, sonrisas, risas e ironía. Luego, cuando se pone a batir el corazón, a veces cae en la tragedia.
¿Qué ha sido lo más fácil y lo más difícil de hacer esta película?
N.B.: Todo ha sido difícil en esta película porque ha sido una película muy muy complicada. En primer lugar, porque los personajes, todos, me demandaban mucho, me exigían mucho. Tenía que acompañarlos continuamente. Me estaban pidiendo y reclamando continuamente. No ha sido un rodaje placentero. Era una preocupación día a día. Exigía mucho de mí porque mis personajes me necesitaban. Luego, además, ha sido una película complicada, grande. Una película en la que estábamos luchando todos los días porque caía el sol y se hacía de noche, por el clima, porque necesitaba muchos figurantes, porque estábamos rodando en Niza, en el paseo de los ingleses, en pleno verano, que hay muchos turistas y teníamos que bloquearlo... En fin, fueron tres meses y medio de mi vida con muchísima presión que casi deriva hacia lo angustioso. Pero, al mismo tiempo, aunque no fue un rodaje placentero, sí es verdad que fue un rodaje apasionante porque todos nos queríamos mucho y convivimos. El rodaje ha sido un poco... transmite lo que es la película porque da esa sensación de ebriedad, de deseo, hay mucho sol, mucha luz, mucha belleza; pero al mismo tiempo tenía en la garganta una bola atragantada porque cada día al que nos enfrentábamos me parecía interminable.
¿De dónde saca uno fuerzas para rodar de nuevo con una experiencia como esta?
N.B.: Fue necesario sacar fuerzas porque, inmediatamente después de hacer esta película, me puse a rodar todos los episodios de una serie [Alphonse], así que me volví a meter nueve meses en un rodaje. No tuve elección. Desde luego, no sales indemne de una experiencia así. Al mismo tiempo, es verdad que todos los jóvenes cineastas, actores, actrices están deseando entrar en un plató, que les den un presupuesto para poder hacer un proyecto. Pero después de estos dos rodajes, creo que hice una verdadera maratón, y ahora creo que ha llegado el momento de tomarme una pausa. Sobre todo para no perder el placer de rodar. Ya lo ha dicho Scorsese, que es nuestro maestro, que un rodaje siempre representa una prueba muy dura. Aunque el público no lo sabe -quizá sea mejor que no sepa cómo se rueda una película-, el rodaje es un momento complicado e incluso los mejores son muy difíciles. Es verdad que hay alguna excepción de algún rodaje que funciona perfecto, en armonía, pero es bastante raro. Al mismo tiempo tienes que sentirte feliz porque te han dado un presupuesto, aunque para ti siempre, aunque sea considerable, es menos de lo que necesitarías para hacer esa película. El productor siempre tiene que estar discutiendo o recortando. Es un momento complicado. Hay que parar para retomar el placer de volver a un rodaje. Es fundamental sentir placer al rodar.
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