En 1984, Johnny Depp no tenía ningún interés de dedicarse a actuar. Él lo que quería era firmar un contrato para que su banda de rock, Six Gun Method, se convirtiese en las estrellas que merecían ser. Sin embargo, conoció a un jovencísimo Nicolas Cage, se hicieron colegas y terminó convencido de ir al casting de una nueva película de terror que Wes Craven estaba preparando: una tal Pesadilla en Elm Street. Total, ¿quién iba a verla? No tenía nada que perder.
Nueve, diez, ¿dónde está Depp?
La elección de Depp para el papel de Glenn Lantz no pudo ser más fortuita: Craven puso las fotos de los candidatos encima de la mesa en su casa y dejó que su hija adolescente escogiera el que le pareciera más guapo. Sin sudar, escogió al futuro capitán Jack Sparrow. El director no lo tenía tan claro y pensó que le faltaba una ducha más que una carrera en Hollywood. Sin embargo, aceptó... Y acertó.
La muerte de Johnny Depp en Pesadilla en Elm Street es el primer momento realmente icónico de la saga: la cama le traga, escupe sangre, es una barbaridad gore divertidísima. Lo que nadie imaginaba es que Depp volviera en la sexta parte, aunque solo fuera como un divertido cameo que en los títulos de crédito recibe el nombre de "Oprah Noodlemantra", al que Freddy mata de un sartenazo en la cabeza convirtiéndole en la única víctima que acaba muriendo doblemente a manos (o, más bien, a garras) del asesino.
Aunque en New Line llevan años buscando cómo continuar la saga, lo cierto es que sin Robert Englund ya no tiene sentido (y lo saben). No es un Viernes 13 o un Halloween, donde cualquiera puede llevar la máscara: aquí el maquillaje y el carisma de la persona tiene la mitad del mérito. Aunque... ¿Y si fuera Depp el nuevo Freddy? Con lo aficionado que es a los papeles raros, no sería tan extraño, ¿no? Al fin y al cabo está ligado sí o sí con la franquicia. Que alguien llame a Hollywood, ¡rápido!