En 1999, Tom Cruise aún estaba lejos de ver cómo su carrera se hundía tras subirse al sofá de Oprah Winfrey y volver a reflotarla como héroe de acción loco. En su lugar, compaginaba su faceta de estrella innegable con la de actor que buscaba, como fuera, el reconocimiento de la industria. De esta época son Jerry Maguire, Magnolia, Entrevista con el vampiro o Collateral, cuando aún se creía que podía hacer de todo. Por ejemplo, ser capaz de rodar con el director de cine más duro de la historia: Stanley Kubrick. Eyes Wide Shut acabó con su matrimonio, pero el resultado es impepinable.
Estoy vivo
Stanley Kubrick era conocido como un perfeccionista exagerado. Abusaba de los actores como quería para conseguir planos perfectos, repetía hasta la saciedad planos absurdos y medía cada una de las decisiones de montaje de manera milimétrica. Tanto, que muchos se preguntan cómo habría sido Eyes Wide Shut si el director no hubiese muerto antes de estrenarse: no sería la primera película que siguiera editando después de salir en cines.
Para muestra de este detallismo absurdo, un detalle que a muchos se les suele pasar por alto: después de que el Dr. Bill, tras huir de la secta, se encuentra leyendo un ejemplar del New York Post en cuya portada se cuenta la historia de un perro que salvó a una familia de morir en un incendio. ¿El titular? "Afortunado de estar vivo".
La película fue un éxito moderado en taquilla y sirvió para considerar tanto a Cruise como a Kidman actores más serios. Por su parte, Kubrick falleció el 7 de marzo de 1999 dejando muchas películas sin hacer. Algunas fueron retomadas por sus amigos, como la Inteligencia Artificial de Steven Spielberg. Otras quedarán perdidas en el tiempo sin remisión. Not that lucky to be alive.