Rodar escenas eróticas o muy subidas de tono puede ser peliagudo de trabajar en un set de rodaje, especialmente si hablamos de una escena de intimidad entre dos mujeres cuando el equipo es mayoritariamente masculino. Evitar esas tensiones y que se pueda llegar al resultado deseado es un reto, pero es algo que parece salir sin demasiado esfuerzo en una de las escenas más intensas de La doncella (The Handmaiden).
Una de las mejores y más celebradas de uno de los grandes cineastas de este siglo, el coreano Park Chan-Wook. El maestro que ayudó a poner en el mapa el cine de su país con grandes obras como la trilogía de la venganza, y que en este thriller erótico volvió a causar sensación. Por calidad, por supuesto, pero también por algunas escenas de sexo que muchos cuentan entre las mejores de esta clase en la historia del cine.
La película arranca cuando una joven coreana es contratada como criada de una rica heredera japonesa encerrada en una mansión. Lady Hideko perdió a sus padres cuando solo era una niña y lo único que le queda de ellos es una cuantiosa fortuna que heredó tras su muerte. Desde la terrible tragedia, su tío Kouzuki se encarga de su educación. Pero entonces, un buscavidas profesional, que se hace pasar por conde, se propone robarle la herencia sin que ella sea consciente de ello. Su estrategia es tratar de conquistarla con la ayuda de la doncella Sook-Hee, que se ganará la confianza de Hideko y la intentará manipular para que se enamore del estafador.
Una de las escenas más eróticas del cine casi provocó la prohibición de su estreno en varios países, pero terminó siendo aplaudidaPark refleja con mucha intriga hitchcockiana todo el entramado de este plan, al igual que los momentos más íntimos entre las dos mujeres. Sin embargo, el coreano no quería regodearse en las escenas sexuales, aunque quería que fuesen remarcables. Un progreso, teniendo en cuenta que en su película Oldboy hizo a su actor protagonista comerse un pulpo. En La doncella, contó al diario The Scotsman que "hacía dos tomas y, si sentía que ya lo tenía, pasaba a la siguiente escena".
Cámaras a distancia y una sala llena de velas y vino
Para la escena más intensa en cuanto a contenido íntimo fue un poco más lejos con sus medidas. Para asegurar la intimidad de sus actrices, prohibió la presencia del hombres, incluido el mismo, dándole al equipo el día libre. En el set sólo estaban las intérpretes y una operadora de grúa que sostenía el micrófono, y se usó una cámara teledirigida para dirigir la secuencia de manera remota. También se construyó una sala privada en el plató repleta de luz tenue, velas, música y vino para facilitar que sus estrellas se relajaran.
El movimiento giratorio de la cámara realizado con el control remoto mantiene la intimidad y consigue el resultado deseado, que homenajea en parte a la película coreana de 1972 The Insect Woman, que sigue la relación entre un profesor casado y una trabajadora sexual que se instala en su casa. La escena final es una muestra del gran talento de Park Chan-Wook, que sabe rodar con elegancia los momentos más escabrosos.
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