Año 1989. Aún quedaban cuatro años para el estreno de la primera serie de animación en 3D de la historia (VeggieTales) y Pixar llevaba ya un lustro experimentando con ella. Desde The adventures of André and Wally B, el estudio, en aquel momento dependiente de Lucasfilm, fue encadenando cortos un año tras otro. Y, precisamente, el último antes de prepararse para el duro camino que fue crear Toy Story fue Knick Knack: normal que creyeran que se merecía un homenaje aunque fuera tiempo después.
Let it go, let it go
Knick Knack cuenta la historia de un hombre de nieve de juguete que vive dentro de un globo de cristal y no tiene manera de poder juntarse con el resto de juguetes, lo que le lleva a estar cada vez más enfadado. Al final termina atrapado de nuevo después de escapar brevemente, y en Pixar debieron pensar que el pobre protagonista merecía un final digno.
Por eso, en Toy Story 2, cuando Hamm va pasando los canales con el mando a distancia, hay uno con el que podemos quedarnos tranquilos: el muñeco de nieve aparece contento fuera de la bola de nieve. Se trata de una secuela oficial ideal para estos tiempos donde Disney+ parece necesitar series y películas a mansalva para explicarlo literalmente todo.
Knick Knack ni siquiera fue nominado al Óscar a mejor cortometraje animado a pesar de que el año anterior se lo llevó Tin Toy. Suena a ciencia ficción que la Academia ignore a Pixar viendo que todos los años, hagan lo que hagan, acaban nominados, pero hace no tanto, si querían que la gente conociese a sus personajes, más valía que los promocionaran ellos mismos. The times a'changing.