Es difícil entender la influencia de Origen en la cultura pop si no estuviste allí en 2010. Por aquel entonces, Christopher Nolan acababa de estrenar The Dark Knight y todos los ojos estaban puestos en lo que haría después. Su complejo argumento, de capa sobre capa sobre capa de realidad, hicieron que muchos salieran del cine aturdidos. Ahora, con el estreno de Oppenheimer, es un momento ideal para lanzarse de cabeza e intentar comprender, de una vez por todas, qué nos quisieron contar en una película ya mítica. ¿Giramos la peonza?
Vete a dormir, ya no pintas nada aquí
En su concepción inicial, Origen era una película de terror sobre ladrones de sueños, y algo de ese tratamiento original ha quedado en la película final, una suerte de pesadilla entre diferentes fases oníricas. Durante una década, Nolan pulió, retocó, se dejó inspirar por películas como Dark City y continuó hasta tener un guion redondo que poder presentar orgulloso.
Por suerte, si acabas de ver Origen y no terminas de entender absolutamente nada (¿por qué la camioneta se cae a cámara lenta? ¿El tótem cae al final? ¿Qué pasa si mueres en el limbo?), una imagen muy sencilla te lo va a explicar todo mejor de lo que podría hacer el propio director. Atento, porque en menos de cinco minutos vas a poder decir orgulloso que has entendido una de las narrativas más complejas de los últimos años.
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Queda bastante claro, ¿no? Hay quien cree que Origen es una metáfora del propio cine, sobre todo teniendo en cuenta que el cerebro se comporta de forma similar durmiendo y viendo una película. También han quien lo iguala con Luis Buñuel o incluso aquel que cree que entiende mejor que nadie lo que significa soñar. Sea como sea, ha pasado a la historia por algo: hacer llegar una incomprensible comprensión.