Christopher Nolan ha llenado las salas de cine con Oppenheimer, el 'biopic' de uno de los científicos más tristemente recordados de la historia. Cillian Murphy da vida a J. Robert Oppenheimer, el inventor de la bomba atómica que utilizaron para destruir Hiroshima y Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial. Este ataque acabó con el conflicto, pero se llevó por delante 200.000 vidas y mostró a la humanidad un arma que podría acabar con nosotros.
A lo largo de las 3 horas de duración de la película, el cineasta repasa cómo el físico llegó a liderar al equipo encargado de diseñar la bomba y lo que sucedió con él tras el suceso. Nolan deja muy claro que Oppenheimer optó por una postura pacifista y trató de alertar sobre los peligros del uso de la energía atómica. (Cuidado, que llegan 'SPOILERS') También relata cómo, bajo el gobierno de Eisenhower, y con J. Edgar Hoover en el FBI, el científico fue acusado de simpatizar con la causa comunista.
La película termina cuando se conoce el resultado de la auditoría de seguridad que llevan a cabo, cuando revocan su contrato como asesor de la Comisión de Energía Atómica. Pero, ¿qué sucedió después?
Como cuenta la película, Oppenheimer presionó por el control internacional del armamento nuclear y el frenado de la carrera armamentística contra la Unión Soviética tras los bombardeos de la bomba atómica. Pero después de 1954, quedó marcado como una de las víctimas de la política de Joseph McCarthy, quien persiguió a cualquier posible traidor de la patria estadounidense. Perdió toda influencia política, por lo que se dedicó a la enseñanza en el ámbito universitario.
Oppenheimer continuó dando charlas sobre el papel de la ciencia en la sociedad, además de influir a los alumnos que pasaran por sus manos. En 1963, diez años después de aquella humillación pública, el presidente John F. Kennedy le entregó el Premio Enrico Fermi, un evento que aparece en el largometraje. No solo le concedieron 50.000 dólares -unos 500.000 dólares en la actualidad-, sino que sirvió como gesto de rehabilitación política. Al entregarle el premio, Lyndon Johnson -que tomó el poder después del asesinato de Kennedy- dijo que se debía a sus "contribuciones a la física teórica como profesor y originador de ideas, y por el liderazgo del laboratorio de Los Álamos y del programa de energía atómica durante años críticos".
Nolan resume muy bien lo que se le pasó por la cabeza a Oppenheimer tras la bomba atómica. Sabía que había creado una vía para destruir el planeta Tierra y, al igual que en la escena de la cinta de Nolan, llegó a decirle al presidente Harry S. Truman que tenía "las manos manchadas de sangre".
La muerte de Oppenheimer
El físico falleció cuatro años después de este reconocimiento. Conocidísimo fumador -en inglés le describen como 'chainsmoker', lo que en español vendría a ser una 'chimenea andante'-, Oppenheimer murió a causa de un cáncer de garganta que terminó con él en un par de años. Recibió radioterapia y quimioterapia, pero no surtieron efecto. El 15 de febrero de 1967 cayó en coma y, tres días después, a las ocho de la mañana, su familia se despidió de él para siempre.
Para entonces vivía en las instalaciones del Institute for Advanced Study, en Princeton, Nueva Jersey. Ese fue el lugar donde pasó los últimos años investigando, el mismo que acogió a Albert Einstein. Sus cenizas fueron esparcidas en una playa de las Islas Vírgenes de Estados Unidos. Concretamente, en Saint John, donde tenía una casa en la que pasaba largas temporadas. Desde entonces, ese rinconcito se conoce como Playa Oppenheimer.