Tom Cruise era muy consciente de que la tercera parte de Misión Imposible iba a decidir si era viable hacer una franquicia o John Woo se la había cargado del todo con su exagerada y actualmente reivindicada (por unos pocos) segunda entrega. Al mando puso al director de moda, JJ Abrams, que se metió al mismo tiempo en el viaje de hacer la última temporada de Alias, la segunda de Perdidos y esta secuela. Y para sorpresa de todos, consiguió salir airoso. Eso sí que es una misión imposible.
Decido aceptar la misión
La tercera parte de Misión Imposible presentaba cambios en todo el ADN de la saga hasta ese momento: había humor por primera vez, Ethan Hunt no era un ángel de la muerte sino un agente que luchaba por la verdad, las piruetas eran más graciosas y, encima, iban a casarle para darle estabilidad en caso de que hubiera más entregas de la franquicia. Las hubo. Y no hicieron ni caso a la ruta que marcó Abrams.
Pero el director quiso dejar su impronta para la historia, y lo hizo con un pequeño crossover en sus títulos de crédito para el espectador más avezado. Si pausas la película casi a las dos horas, en el minuto 119:46, te encontrarás con un agradecimiento a la Fundación Hanso. Y claro que te suena: es la asociación fundada por Alvar Hanso que fundó DHARMA.
No es la única referencia a Perdidos de la película: en el despacho del jefe puedes ver una hoja de papel con un logotipo de DHARMA en la que se lee "Lost Spoi" pero está tapada por un montón de papeles más. ¿Acabará Ethan Hunt en la isla corriendo contra el Humo Negro? Un hombre solo puede soñar...