Han pasado más de 20 años de su estreno, pero La milla verde es una de esas películas que dejan huella. Protagonizada por Tom Hanks en un papel que curiosamente, como algunos otros de su carrera, estuvo a punto de ir a parar a manos de John Travolta, el filme está dirigido por Frank Darabont -a quien 10 años más tarde le deberíamos la existencia de The Walking Dead- y, aunque en ocasiones se la relaciona con un triste suceso real, es adaptación de una famosa novela homónima que Stephen King había publicado solo unos años antes.
Acogida con los brazos abiertos por parte de público y crítica, que no dudaron en alabar el trabajo de Darabont detrás de las cámaras y las interpretaciones tanto de Hanks como de Michael Clarke Duncan, La milla verde nos llegó al corazón con la devastadora historia de un hombre inocente enfrentándose a sus últimos días en el corredor de la muerte. Un relato cargado de drama y emotividad, pero también fantasía, puesto que, a medida que se desarrolla la trama se descubre también que el condenado posee poderes sobrenaturales de curación que no duda en utilizar en favor de los funcionarios de la prisión y sus familiares.
En La milla verde Tom Hanks interpreta a un hombre llamado Paul Edgecomb, un funcionario de prisiones que en los años 30 trabajó en el corredor de la muerte del Centro Penitenciario de Cold Mountain con el objetivo principal de supervisar el trabajo de dos oficiales. Durante su paso por la prisión, Paul conocía a John Coffey (Michael Clarke Duncan), un imponente hombre negro acusado de haber violado y asesinado a dos niñas pequeñas. A lo largo del transcurso de la película, John Edgecomb asistía horrorizado a las crueles y sádicas prácticas de uno de los oficiales, pero también de un nuevo preso que no deja de causar problemas. Mientras, no tarda en descubrir que Coffey tiene el don de la curación y que su único objetivo en la vida ha sido usarlo para hacer el bien: cuando encontró a las niñas asesinadas, las sostenía en sus brazos porque quería devolverles la vida.
Además de un desfile de secuencias realmente duras que ponen el foco sobre lo terrible de la existencia de la pena de muerte, La milla verde también tiene momentos esperanzadores y emotivos, pero, definitivamente, nos destrozó por completo con su final. Un desenlace que a priori está en las antípodas de un final feliz pero que tiene un significado mucho más profundo que quizá consiga sacarte una sonrisa algunos años después.
El final de 'La milla verde', explicado
--> ¡Ojo! A continuación se revelan detalles fundamentales del final de la película <--
En la recta final de la película La Milla Verde revela que Coffey es inocente de asesinato de las niñas, pero aún así es ejecutado en la silla eléctrica, lo que resulta devastador tanto para Paul como para el resto de agentes y, por supuesto, también el espectador.
Coffey acepta su cruel destino y no acepta la oferta de John de dejarlo libre. Para Coffey, morir es un acto de misericordia, puesto que está torturado por el mal que existe en el mundo. Su última petición es ver una película y, tras serle concedido su deseo, acaba ejecutado ante los vítores de un público que todavía cree que es culpable. Aún así, la última vez que vemos la cara de Coffey, está sonriendo.
Según queda implícito en la película, Coffey ha liberado su energía sobrenatural sobre Edgecomb y eso lo tranquiliza: sabe que es una buena persona y que su vida se prolongará durante muchos años gracias a ello. Además, su sonrisa consigue de algún modo consolar a Paul, así como a los propios espectadores, así que es una razón más que de sobra para que también sonriamos al recordar el desenlace, por triste que nos parezca.