Augustine Frizzell, directora de culto entre porretas por encargarse de Never Goin' Back y el piloto de Euphoria, estaba dispuesta a hacer algo revolucionario con una saga estancada como es Solo en casa: transformar la séptima parte de la franquicia en una comedia para mayores de 18 años protagonizada por Ryan Reynolds y titulada Stoned Alone. En esta secuela tendríamos al actor haciendo de un Kevin McCallister adulto que, tras perder un avión, decide fumar marihuana y enfrentarse a unos ladrones que han entrado en casa totalmente colocado. Para sorpresa de nadie, cuando Fox fue comprada por Disney también desapareció para siempre cualquier posibilidad de hacerla. ¡Oooh!
Solo, solito, solo
En el fondo, mejor, para no romper nuestros sentimientos. Y es que Solo en casa no solo es un clásico del cine navideño: también lo es del cine de trompazos y golpes, a medio camino entre La gran familia y una recopilación de caídas con doble tirabuzón en YouTube. Chris Columbus supo sacar oro de donde otros no habrían sacado nada, pero su exitazo sin precedentes (costó 18 millones y recaudó 476) no evitó que nos fijáramos en un gazapo que ha sobrevivido hasta nuestros días.
El product placement es algo a lo que en España estamos tristemente acostumbrados: es habitual que en Los Serrano o Médico de familia, por ejemplo, se mostraran bebidas directamente a cámara durante los desayunos. En las películas americanas suele estar más disimulado: es el caso de Tidal, un detergente que, junto a muchos otros productos, quiso salir en Solo en casa en la escena en la que Kevin va a comprar. Hasta aquí todo bien: el problema es que de vuelta a casa las bolsas se rompen... Y al caer al suelo su interior de pronto ya no hay detergente. Ups.
Es un pequeño fallito de una película que, por otra parte, supuso el principio de una meteórica carrera para Macaulay Culkin que se apagó en un plazo de cuatro años. Hay quien no necesita más para convertirse en una estrella por méritos propios. Con o sin patrocinio de Tidal.