El cine no sería igual sin William Friedkin. El director que nos regaló The French Connection (1971) y El exorcista (1973) ha fallecido a los 87 años. Según confirmó su viuda, Sherry Lansing, ha muerto de insuficiencia cardiaca y neumonía en su casa de Los Ángeles. Su última aparición pública de gran trascendencia fue hace una década en el Festival de Cine de Venecia y tenía previsto regresar al certamen este año para presentar The Caine Mutiny Court-Martial.
En sus 50 años de carrera ha trabajado con actores de la talla de Benicio del Toro, Matthew McConaughey, Tommy Lee Jones, Jack Lemmon o Samuel L. Jackson. Para su película póstuma iba a contar con Kiefer Sutherland y Jason Clarke. El filme se centra en el juicio sobre un oficial que ha sido acusado de motín después de tomar el mando del barco en el que trabajaba. Es una adaptación de la novela de Herman Wouk, The Caine Mutiny, que ya ha sido llevada al cine en varias ocasiones.
Un director mítico pero inestable
Si con The French Connection creó un nuevo estilo para el cine policíaco y dejó para la posteridad escenas como la de la persecución hasta el metro de Brooklyn -que a día de hoy se siguen copiando-, con El Exorcista también cambió para siempre le género de terror.
La cinta de Linda Blair fue un fenómeno mundial que alcanzó los 500 millones de dólares, y junto con El Padrino, abrió la era de los grandes éxitos de taquilla. Estaba llamado a ser uno de los grandes del Nuevo Hollywood junto a Francis Ford Coppola, Dennis Hopper, Martin Scorsese y Brian de Palma, pero se quedó en el camino de lo que podría haber sido. Después de un comienzo fulgurante, Friedkin tuvo una carrera llena de altibajos.
Su siguiente paso fue Carga maldita, remake de El salario del miedo, clásico francés de Henri-Georges Clouzot. La película fue un fracaso de crítica y en taquilla tuvo la mala suerte -o la mala programación- de encontrarse con La guerra de las galaxias, de su amigo George Lucas. Esta decepción marcó el inicio de su caída, de la que no se levantó.
"Me encanta la experiencia de hacer películas", dijo Friedkin a The Times en 1989, "Me encanta el barro. Me encanta la suciedad. Me encantan todos los inconvenientes. Por eso lo haces. Si lo haces porque buscas ser el gran cineasta estadounidense, es probable que experimentes una decepción. Nunca me he sentido decepcionado con ninguna de mis películas porque todas me traen grandes recuerdos, incluso algunas a las que les ha ido peor que a otras".
Con Vivir y morir en Los Ángeles, estrenada en 1985, cosechó mejores críticas, pero quedó etiquetado dentro del cine independiente. Se refugió en televisión en la década de los 90 y en los primeros 2000 apenas estrenó en cines. Sus únicas películas fueron The Hunted (La presa), Bug y Killer Joe, además del documental centrado en El exorcista, The Devil and Father Amorth.
"No hay ninguna razón por la que deba ser cineasta", declaró el cineasta a The Times en 2012. "Nunca estudié cine, nunca fui a la universidad. Simplemente me metí en el cine porque en ese momento mis propios intereses coincidían con los del público en general y la audiencia y yo era joven. Me las arreglé para aguantar por partes iguales de ambición, suerte y la gracia de Dios".