"Rojo, blanco y sangre azul lleva tanto tiempo siendo de mis libros favoritos y verlo adaptado en una pantalla es una sensación demasiado bonita”, “El libro dejaba las expectativas altas y la película le ha hecho justicia”, “Rojo, blanco y sangre azul me salvó de la depresión”…
Estos y otros halagos han sido captados al azar, y sin rebuscar, en la red social anteriormente conocida como Twitter. Muchos fans esperaban este 11 de agosto como agua de mayo (aunque no haya agua y sea agosto) la adaptación a serie en Prime Video de uno de sus libros favoritos, el fenómeno editorial de 2019 del mismo título y escrito por Casey McQuiston, y que trasladaba los tropos habituales de la comedia romántica heterosexual a personajes gay.
En algunas comedias románticas tradicionales, el chico y la chica al principio se odian y luego se quieren. Nada nuevo bajo el sol. Lo interesante y novedoso de Rojo, blanco y sangre azul es que esto mismo ahora lo protagonizan dos jóvenes (por supuesto, superguapos y superblancos, en eso nada ha cambiado) hombres homosexuales. La historia es similar: en esta ocasión, los dos ‘enemigos’ que al final acabarán sintiendo algo más el uno por el otro son, respectivamente, el hijo de la presidenta de los Estados Unidos, Alex Claremont-Diaz y el hijo de la reina de Inglaterra, el príncipe Henry.
Prime Video
La crítica parece haberse puesto del lado de esta comedia romántica que hoy se estrena en Prime Video. Cuenta con un 80 % de críticas positivas según los periodistas y nada menos que un 96 % en cuanto a las puntuaciones de la audiencia. Los actores que dan vida a esta singular pareja son Taylor Zakhar Perez, al que hemos podido ver en la saga de Netflix Mi primer beso, y Nicholas Galiztine (habituado al rol de príncipe, ya que hizo lo propio en la adaptación musical de Cenicienta, protagonizada por Camila Cabello).
La película ha llegado envuelta en polémica: al director de la misma, Matthew Lopez, le sorprende la calificación R que ha obtenido la película. En esta calificación, los menores de 17 años no pueden entrar al cine a menos que sea acompañado de un adulto. Lopez se plantea si esa calificación, en el caso de que las escenas de la película hubiesen estado protagonizadas por una pareja heterosexual, se habría mantenido.
Rojo, blanco y sangre azul es una película importante y muy valiosa más allá de sus estrictos méritos cinematográficos. Sigue normalizando historias que antes estaban dictadas por el heteropatriarcado, posibilitando que gays y lesbianas de todo el mundo tengan el mismo derecho a verse reflejados en las historias de ficción. No obstante, aún queda mucho camino por recorrer.
