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    La impecable película que nos hizo sufrir 90 minutos sin recompensa: es brillante, pero su final te destroza
    Alicia P. Ferreirós
    Amante de las series y gran aficionada al terror, la ciencia ficción, la crónica negra y el ‘true crime’.

    Una hora y media de angustia en un minúsculo espacio cuya tensión va in crescendo hasta un clímax del que todavía no nos hemos recuperado.

    Ha pasado más de una década desde que el cineasta español Rodrigo Cortés nos sorprendió en 2010 con su segunda película -y sin duda la más famosa-, pero cuando recordamos Buried el sentimiento de angustia y falta de aire que nos hizo sentir sigue estando tan presente como la primera vez. Sin duda una de las películas más claustrofóbicas jamás producidas, el proyecto internacional de Cortés estaba protagonizado por Ryan Reynolds en la que sin duda fue una de las mejores interpretaciones de su carrera y no dejaba un momento un momento de tregua a los espectadores: 95 minutos de angustia en un minúsculo espacio cuya tensión va in crescendo hasta un clímax del que todavía no nos hemos recuperado.

    El final de Buried (Enterrado) es uno de esos que te destrozan. Un desenlace que lleva la tensión de la trama hasta la cumbre para explotar con una frase -"lo siento mucho"- que sin contexto es inofensiva pero que resulta lapidaria y que te deja con un mal cuerpo impresionante. Aún con eso, el vibrante 'thriller' merece todos y cada uno de los elogios que le fueron brindados en su día y que, a día de hoy, se traducen en una puntuación nada despreciable de un 87% en Rotten Tomatoes, sin duda una de las mejores de Reynolds junto a La última apuesta y Adventureland.

    Buried (Enterrado)
    Buried (Enterrado)
    Fecha de estreno 1 de octubre de 2010 | 1h 35min
    Dirigida por Rodrigo Cortés
    Con Ryan Reynolds, Robert Paterson, José Luis García Pérez
    Medios
    4,0
    Usuarios
    3,5
    Sensacine
    3,5

    En Buried, Paul Conroy (Reynolds), un conductor de camiones americano asentado en Iraq, despierta en un ataúd tras haber sido víctima de una emboscada terrorista. Junto a él, Conroy encuentra un mechero, una petaca, una navaja, algunos elementos luminosos, un bolígrafo y un teléfono móvil que no tarda en sonar después de que sus primeras llamadas al 911, al FBI y a su jefe no sirvan para nada. Al otro lado de la línea su secuestrador le informa de su rescate: 5 millones de dólares o le dejarán morir asfixiado en el ataúd.

    A partir de ese momento comienza la carrera contrarreloj de Paul, quien logra contactar con el Departamento de Estado, donde Dan Brenner, un trabajador del departamento de rehenes le da esperanzas: no se negocia con terroristas, pero su rescate parece posible. Con instrucciones de no ceder al chantaje del terrorista y de preservar al máximo la batería, Paul comienza a desesperar cuando las cosas no avanzan y con sus captores comienzan a cumplir sus amenazas. El tiempo pasa y el aire comienza a agotarse.

    "Un 'thriller' arriesgado, una survival movie reconcentrada, tremendamente física, a pesar de que el protagonista apenas pueda moverse, ya que no hay para el espectador ni un solo momento de descanso", reza la crítica de SensaCine escrita por Beatriz Martínez. "En ese aspecto, la película consigue lo que pretende: ser agotadora, crispante y también, en el plano emocional, desoladora".

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