Año 2004. Marietta, Georgia. John Kemper Hutcherson vuelve a casa con su amigo Frankie. Ambos se conocen de toda la vida, y se han pegado la cogorza de su vida. Para bajar un poco la borrachera, Frankie saca la cabeza por la ventana para sentir el aire, y lo que siente en su lugar es un poste de teléfono que le decapita en el acto. Al llegar a casa, John se va a dormir y deja el cadáver decapitado de su amigo en el coche hasta que la mañana siguiente un vecino lo ve y llama a las autoridades pertinentes. ¿Te ha asustado? Pues es la sorprendente base desde la que Ari Aster creó Hereditary.
Heredando buen terror
Cuando A24 empezó a producir películas además de distribuirlas escogió sus proyectos con cuentagotas. La primera que hicieron fue Moonlight, y se llevó el Óscar a mejor película. No hay mejor manera de iniciar tu carrera. A partir de ahí han producido desde coming of ages actualizados (Eighth grade) hasta pesadillas visuales (El faro) pasando, claro, por películas como Hereditary, que en cada plano esconde sustos para todo el mundo y que quizá con otra productora no habría salido tan redonda.
Y es que Hereditary esconde cultistas en los recovecos de las imágenes... Pero para verlos tendrás que disfrutar de la película con la iluminación correcta. Demasiado oscuro, y solo verás sombras. Demasiado claro, y se harán demasiado obvios. Hay un punto medio en el que personas desnudas empiezan a aparecer ante tus ojos, en los márgenes, aprovechando la oscuridad, en el techo, esperando a que descubras todos los secretos que Aster te quiere mostrar.
Es solo un pequeño avance de lo que se viene: no va a ser agradable, no va a ser divertido, va a ser una pesadilla. Si te paras a escuchar, oirás pasos en el ático y páginas pasando de un libro ancestral demoniaco. Si te paras a mirar, verás monstruos en las esquinas acechándote. Si te paras a disfrutar, verás una de las películas de terror más influyentes del siglo. ¡Gloria a Ari Aster!