Los fans de Dragon Ball llevan años comiéndose la cabeza tratando de averiguar la respuesta a una simple pregunta: de las casi 30 películas, entre OVAs y especiales, que hay de la serie, ¿cuántas han sucedido realmente? O, dicho de otra manera, ¿cuáles son canon? La respuesta depende mucho de lo que consideres como canon: si crees que el hecho de que no contradiga el manga y el anime principal es suficiente, casi todas lo son. Pero si opinas que tiene que haber referencias conjuntas y que tengan importancia entre sí... es bastante más complicado.
No vamos con tanto afán
Empecemos por el principio: las cuatro películas de la saga original no son canon por una simple razón. Se tratan de remakes de la historia principal que, se supone, son sustituídos contando una historia alternativa. Imposible tomarlos como algo más que una curiosidad. En cuanto a Dragon Ball Z... Un poco lo mismo. Aunque son historias originales y algunas pueden encajarse (por ejemplo, Garlick Jr Inmortal va como precuela de la serie y Los mejores rivales tras la muerte de Freezer), lo cierto es que ninguna está avalada ni escrita por Toriyama. Son puro relleno.
Antaño se consideraba que El ataque del dragón sí era canon, porque era un movimiento nuevo de Goku que después repetía en Dragon Ball GT, pero ahora que aquella serie ha salido del canon, la película lo ha hecho con ella. Las únicas películas de Dragon Ball Z que se pueden considerar como parte de la continuidad son las que después, efectivamente, se adaptaron en los dos primeros actos de Dragon Ball Super: La batalla de los dioses y La resurrección de F. Y aún así hay fans que tienen dudas.
Las dos películas de Super, Broly y Super Hero, sí son absolutamente canónicas. Akira Toriyama ha participado directamente en ellas y sus consecuencias, como los nuevos poderes de Piccolo y Son Gohan, se han pasado a la serie. La única duda que queda es la del especial Son Goku y sus amigos regresan, emitido en 2008 y que presentaba al hermano de Vegeta, Tarble. Como en Super se le nombra, hay quien prefiere considerar que, efectivamente, ha ocurrido, pero si se pasa por alto tampoco cambia nada. Os hemos reducido bastante la lista de pendientes, ¿eh? De nada.