Hannah tiene la culpa de que el bar de carretera en el que trabaja no esté hasta los topes. Al menos, eso es lo que dice su jefe, un alcohólico que no paga a sus subordinados. Hannah tiene que sonreír porque está espantando a los mineros que van a emborracharse día sí y día también a esa cantina de mala muerte en medio de la nada australiana. Venga, mujer, sonríe, que estás más guapa.
Hannah ha terminado ahí con su amiga Liv. Las dos se apuntaron a una empresa de Work & Travel con la que viajar a cambio de trabajar. En realidad quieren ir a nadar a una playa paradisíaca, pero antes tienen que ganar algo de dinero. El plan: estarán unas semanas trabajando y viviendo en el bar y se marcharán con la esperanza de que, con el tiempo, todo quede en una anécdota.
The Royal Hotel, la nueva película de Kitty Green tras The Assistant, es un fascinante 'thriller' feminista que juega con el terror del patriarcado y que compite por la Concha de Oro. Julia Garner repite con la cineasta dando vida a Hannah y Jessica Henwick se mete en la piel de la otra protagonista, Liv.
Green, que coescribe el guion junto a Oscar Redding, reduce nuestro mundo a un bar de carretera y dentro de él mete a un variopinto grupo de masculinidades tóxicas. Un muestrario: el que cree que una mujer es de su propiedad, el que no para de hacer chistes sexuales sobre rubias -Hannah lo es- y el que incomoda con su lasciva mirada. Un infierno.
Una de las cosas más interesantes de The Royal Hotel es cómo Green juega con los espacios. La cineasta pone y quita personajes del escenario para hacer sentir al espectador seguridad y peligro a su antojo. Cuando Hannah y Liv llegan por primera vez al bar, fuera de él hay sentados tres hombres. Ya está. Solo con esa imagen, con las protagonistas entrando en ese espacio aislado y muy masculino, sabes que algo malo va a pasar.
Para lo contrario, y dar algo de respiro, Green hace uso del poder de la figura femenina. Cerca de Liv y Hannah solo hay otra mujer: la cocinera y pareja del dueño del bar, a quien los clientes respetan. Dentro de este espacio que es la cantina, su presencia da seguridad, pero todo puede pasar cuando se la elimina.
The Royal Hotel coquetea con el terror con el patriarcado como monstruo. La película está siempre al límite de convertirse en una 'rape and revenge' y no traspasar esa línea roja, curiosamente, funciona. La expectativa que crea Green es que la locura y lo salvaje va a desatarse en cualquier momento, pero su desenlace es más realista. Y qué bien le sale la jugada.
'Esta ambición desmedida': Triunfar solo da problemas
Entre los grandes artistas españoles -y cuando decimos "grandes" nos referimos a los que convierten en noticia hasta las cosas más mundanas- de nuestra generación está C. Tangana. El intérprete -así se define él sobre todas las cosas- es el protagonista de Esta ambición desmedida, un documental que se presenta en el certamen, llega a los cines el 26 de octubre y muestra más de los cuatro años en los que Antón Álvarez Alfaro creó el disco El Madrileño y dio forma a uno de los directos más revolucionarios.
Dirigido por Santos Bacana, Cristina Trenas y Rogelio Gonzalez; el largometraje, dividido en capítulos, arranca con el protagonista en Cuba, el lugar de la génesis del disco, el segundo de su carrera, lanzado en 2021. A medida que avanza, asistimos al desarrollo de Sin cantar ni afinar, el nombre que se le dio a la gira mundial del artista.
Más que una historia sobre la coronación de Tangana sobre los escenarios, Esta ambición desmedida es la historia de una serie de catastróficas desdichas. Todo lo que puede salir mal, sale mal. Es ahí donde más interesante y más potencia tiene este proyecto, justo cuando nos deja colarnos en la ingente cantidad de problemas a las que se enfrentó el artista y su equipo para llevar a cabo el ambicioso directo. El título, que aparece en la canción 'Un veneno', le viene ni que pintado.
Si crees que lo que vas a ver es un documental al uso con testimonios en primera persona, estás equivocado. Los hay, sí, pero son solo un añadido. Lo verdaderamente importante de Esta ambición desmedida es la cantidad de material generado tras seguir al cantante, cámara en mano, durante casi un lustro.
El resultado es un documental muy sincero que, aunque se enroca en ocasiones y se vuelve un poco plomizo con tanto inconveniente, no se priva de mostrar la cara más amarga, complicada y problemática del estrellato. Esta ambición desmedida es un tesoro para los fans de Tangana.
'La isla roja': Madagascar a través de los ojos de un niño
Hay mucha intimidad en la mirada de un niño. En su propio mundo, solo él sabe el significado que le da a las cosas que pasan a su alrededor. A través de esta percepción, el director Robin Campillo construye La isla roja.
La porción de tierra a la que se refiere el título de la película del director de 120 pulsaciones por minuto es Madagascar. Allí, en una de las últimas bases militares francesas de los años 70, vive Thomas junto a su familia. Uno de sus pasatiempos favoritos es meterse dentro de una caja de madera que hay en el jardín de su casa y leer las historias de Fantômette, una joven superheroína.
Thomas, en sus días en este paraíso, también es testigo de cómo la relación de sus padres se va desmoronando, de cómo su madre se va apagando y de cómo perciben los suyos, los colonos, a los malgaches. Campillo va despojando poco a poco de inocencia a Thomas y, con él, nosotros también la vamos perdiendo.
El cineasta se guarda la realidad de los habitantes de Madagascar para el final, coincidiendo con el último día de Thomas en la isla. Descubrimos, igual que atisba el joven protagonista, que hemos estado encerrados en la base militar, atrapados en la intimidad de Thomas y no hemos salido de allí. También en su imaginación. Porque, en ciertos momentos, Campillo incluye las ensoñaciones de Thomas con Fantômette llevando a cabo sus misiones y vigilando la isla. Para estos momentos, el director utiliza el 'cartoon'.
La isla roja comienza de una forma ingenua e inofensiva para terminar siendo crítica. Campillo nos retiene en una realidad alterada e inocente para después soltarnos en la de verdad. El efecto, no obstante, no tiene la fuerza suficiente.
'O Corno': Lo femenino como tabú
Si en La isla roja -que también forma parte de la Sección Oficial- lo íntimo provenía de los ojos de un niño, en O Corno lo hace a través de la hermandad femenina y lo clandestino. Jaione Camborda dirige y escribe este filme, hablado en gallego, en el que la esperanza en los momentos difíciles viene de la mano de una mujer.
En 1971, en Illa de Arousa, María es la que ayuda en los partos. También a las que no quieren ser madres. Esto último de forma clandestina, claro. Cuando practica un aborto a una joven de la zona y esta muere, María se ve obligada a huir. En su travesía, desde Galicia hasta Portugal por una de las rutas de contrabando, la protagonista sobrevive gracias a otras mujeres que, al igual que ella, se arriesgan ayudando.
Camborda da el mismo valor al parto en el que comienzo de O Corno que al aborto que ocurre después. Las dos mujeres sufren, sangran, gritan, se retuercen y lo hacen lejos de los ojos de otros. La directora destaca también el tabú que existe en ambos casos con diferente final. El aborto se practica a escondidas aprovechando que todo el pueblo está festejando. El parto a puerta cerrada, sin dejar que los niños y los hombres lo vean.
Es en las imágenes en lo que reside la fuerza de O Corno: una mano que cuida, sexo entre las hojas de un campo de cultivo y una cicatriz en el estómago. Pero la película, que arranca con una primera parte interesante y sólida, pierde fuerza y ritmo a medida que María avanza en su huida.
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