Las películas de Disney que adaptan mitos o libros muy antiguos tienden a cambiar cosas importantes, pero es por una buena causa. Por ejemplo, a la hora de llevar a la gran pantalla Aladdin decidieron cambiar el nombre de un personaje clave, la princesa Badroulbadour, por el de Jasmine. Menos fiel al de la realidad, pero por lo menos no se nos hace un nudo en la lengua cada vez que intentamos hablar de la película.
Yo te quiero contar...
Al principio, Jasmine no era tan fuerte. De hecho, había un personaje femenino mucho más importante en la vida de Aladdin: su madre. Al principio, era vital en la trama pero poco a poco se fue reduciendo hasta quedar en nada, de la misma manera que se eliminó algo que hoy sería francamente perturbador: el hecho de que Jasmine se tuviera que casar a los 16 años. Por el camino se eliminaron varias canciones, la princesa ganó fuerza y los animadores introdujeron un detalle que solo puedes ver si prestas muchísima atención.
Al inicio de la película, cuando Aladdin es solo un "ojitos tiernos" de la calle y se encuentra con la princesa, le pregunta "¿Confías en mí?". Después, cuando ya tiene una alfombra voladora y quiere llevársela a dar un paseo por Un mundo ideal, se lo vuelve a preguntar con la misma entonación. Entonces, Jasmine pone una cara muy especial: la de haberse dado cuenta de todo el meollo. Después, por más que la película se empeñe en engañarnos, no hay más que hablar: ella sabe todo el rato que ese príncipe es el chico del que se enamoró en los callejones.
Ahora todos sabemos que Aladdin saltó de nuevo a la cultura popular tras el estreno de la película de acción real, pero lo cierto es que durante un tiempo esta iba a ser una precuela titulada Genies en la que iban a utilizar líneas de improvisación de Robin Williams para hacerlo. Por suerte, se solucionó gracias al testamento del actor, que prohibe al estudio usar su imagen durante 25 años desde su muerte en 2014. Eso sí, preparaos para el 2039.