Habría que hacer un estudio para ver hasta qué punto Midsommar ha hecho más o menos daño al turismo de Suecia. Porque es imposible ver fotos y vídeos del festival en cuestión a mediados del verano y no pensar que ahí va a morir gente sí o sí. Ari Aster venía de Hereditary cuando planeó esta absoluta maldad de terror folk y, desde luego, es ambiciosa pero mereció la pena serlo. Y de qué manera.
Qué cara más mala me llevas
Últimamente, a los directores de cine les gusta esconder caras y cuerpos entre las sombras aquí y allí: Mike Flanagan lo hizo en la fabulosa serie La maldición de Hill House, Pennywise aparecía en varios sitios a lo largo de It e incluso los demonios salían a saludar en planos varios de El Exorcista. Pero nadie lo hizo como Ari Aster, que en Midsommar coló un montón de imágenes esconcidas... de la cara de la hermana muerta de la protagonista.
Por si no tenías poco con la espectacular secuencia inicial, la hermana y sus familiares muertos se aparece entre los árboles de la montaña, en la nieve del exterior, entre las rocas... Y lo peor es que, cuando la ves por primera vez, no puedes dejar de verla una y otra vez, incluso creyendo ver donde no hay. El ambiente enrarecido que crea Aster en la película es absolutamente único, un purgatorio en la vida real.
¿Tiene que ver con las sustancias alucinógenas? ¿Está pasando algo más? Ari Aster ha preferido dejarlo a la interpretación de cada cual, pero no cabe duda de que ha conseguido algo que parecía imposible: meter miedo a todo el mundo al mismo tiempo solo con unas pocas imágenes de fondo. Hace falta ser un genio para eso.