Cuando, en el futuro, se examine el cine de esta época, espero que se llegue a una conclusión bastante lógica: Tár es una obra maestra. Quizá la gran obra maestra contemporánea, una cinta que podríamos estar señalando durante horas: Todd Field hace un comentario brillante sobre la sociedad actual, los depredadores sexuales, los problemas mentales, las redes sociales y es capaz de llenar con dicho comentario a un personaje tan brillante como el de Lydia Tár. Sí. Una joya absoluta con la mejor Cate Blanchett de la historia (y ya es decir). Pero... ¿Y si te decimos que Tár es, en el fondo, una película de miedo?
Una película de tar-ror
No es que te estemos recomendando Tár para este Halloween (aunque, bien mirado, ¿por qué no?), pero es cierto que esconde varias sorpresas a lo largo de la película que solo puedes ver si pausas en los momentos adecuados. Si la has visto (y si no, ¡huye! ¡Se vienen spoilers!) recordarás cómo en el tramo final la película se vuelve extraña, diferente, casi como si se hubiera abierto una caja de Pandora imposible. Casi... fantasmagórica.
El adjetivo le viene como anillo al dedo, porque si algo ve Lydia Tár a lo largo de la película son fantasmas. No mueven las cosas de lugar, no asustan, no convierten su piso en una mansión encantada... Pero, definitivamente, están ahí. De fondo. Juzgando. Mirando cada uno de sus movimientos. Haciendo que se sienta observada. Que sepa todo lo que ha hecho. ¿Es Krista? ¿Es su hermana? ¿Es otra mujer? ¿Es una representación de todas ellas?
Lydia se levanta tras escuchar los llantos de su hija. Lydia habla con Adam Gopnik. Lydia busca una partitura. Y todo el rato, detrás, hay alguien, impasible, casi oculto para el espectador, pero no lo suficiente para quien tiene un botón de pausa y un ojo avizor. Después aparece el perro. El número 5, el misterio. Field sabe lo que está haciendo perfectamente: nos está inoculando durante toda la película el veneno de la duda, del miedo a lo desconocido, de aquello que está oculto para nuestra protagonista... pero ya nunca más podrá estarlo para nosotros. Porque el monstruo, en todos los sentidos, ha sido cazado.